Se cumple nuevamente el ritual de toma de protesta del nuevo mandatario de los Estados Unidos. Al pronunciar el juramento, el hombre que lo realiza se convierte, automáticamente, en el líder de la nación más poderosa del mundo y, por consiguiente, en el ser humano más poderoso también. No deja de preocupar que tal nivel de poder esté en manos de un hombre que no se ha caracterizado por ser particularmente mesurado. Tener el botón nuclear ya es, de por sí, una responsabilidad extraordinaria. Agregue usted a esta circunstancia la influencia que tienen los Estados Unidos en el mundo.
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¿Qué habrá de enfrentar en sus primeros días de gobierno el presidente Trump? La firma de las llamadas órdenes ejecutivas, si cumple lo prometido, generará un enorme revuelo. Estas órdenes tienen que ver, entre otras cosas, con el tema de los aranceles. Pero el asunto no queda ahí. De inmediato, Trump hará sentir su presencia en conflictos mundiales. Tendrá una agenda en la que las guerras en Ucrania e Israel verán a un presidente involucrado en la resolución de estos conflictos, por más que el presidente Biden le haya dejado planificado un acuerdo de alto el fuego.
El tema económico será, sin duda, una arena donde dejará sentir su opinión y su visión de las cosas. La guerra comercial con China no ha terminado, y quizá nos espere una época de proteccionismo auspiciada por el propio gobierno estadounidense.
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Compartimos poco más de 3,200 kilómetros de frontera común con nuestro vecino del norte. No se van a mudar de ahí... ¡nosotros tampoco! Habrá que encontrar fórmulas para una convivencia respetuosa de las soberanías de ambos países.
Fentanilo, migración, comercio, seguridad. Estos son solo algunos de los temas que estarán, a partir del lunes, en una mesa de reflexión. Por supuesto, el T-MEC, que se tendrá que negociar próximamente, será otro gran tema. Habrá que ver cómo despliega México sus mejores estrategias diplomáticas para avanzar sin romper. ¡Ese será, en adelante, el reto!