Estamos a finales de año, a puertas de que termine un mes que nos recuerda la importancia del amor, la esperanza y la generosidad en nuestras vidas al tener dos grandes celebraciones: la de la Virgen María y el nacimiento de Jesucristo. Sin embargo, al ser también el último mes del año, es un espacio que nos invita a la introspección y a la reflexión. En ese sentido, me gustaría compartir el análisis que he tenido presente, fruto de diversas conversaciones y experiencias en los últimos meses, en relación con la figura de la Virgen de Guadalupe desde una mirada feminista y humanista en este tiempo de mujeres que acaba de comenzar en nuestro país.
Me parece oportuno reflexionar la relación entre el feminismo y considerarse guadalupana en este tiempo de mujeres que requiere nuestra unidad en un país profundamente machista. A pesar de esto, ha elegido a su primer mujer presidenta después de 200 años y tiene como máximo símbolo a la Virgen de Guadalupe. Esta última, siendo la devoción mariana más importante a nivel mundial, y la Basílica de la Ciudad de México es el segundo lugar más visitado en el mundo, llegando a tener su nicho en Notre Dame considerado como uno de los más visitados en el complejo.
La Virgen de Guadalupe, a lo largo de la historia, ha sido una figura de devoción, especialmente para los más desamparados y desfavorecidos, siendo incluso estandarte de diversas causas sociales e injusticias. Desde movimientos como el liderado por el revolucionario cura Hidalgo, quien retomó a la Virgen como símbolo en el grito de independencia, hasta las banderas utilizadas por los zapatistas; su presencia ha sido una constante. Incluso en la actualidad, en diversos movimientos feministas comienza a vislumbrarse la imagen de la guadalupana sostenida por diversas mujeres.
Además, ha fungido como refugio para las madres mexicanas, tales como las madres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, quienes, por cierto, oficiaron una misa este jueves en la Basílica con la esperanza de hallar fortaleza para continuar en la búsqueda de sus hijos y que estos estén sanos y salvos de regreso a casa.
En el ámbito político, incluso la mandataria Claudia Sheinbaum utilizó una representación de la Virgen en su vestimenta, siendo duramente criticada por la oposición al alegar que no era católica y, por ende, no debería de portarla. Oprobio. La Virgen de Guadalupe ha evolucionado hasta convertirse en un símbolo de identidad nacional y espiritualidad mexicana que trasciende cualquier religión, dogma e incluso perspectivas dentro del feminismo.
El feminismo, en su calidad de movimiento social, intelectual y cultural que aboga por la igualdad de género, y la eliminación de discriminaciones basadas en género, ha tenido como banderas la lucha por la libertad de los cuerpos de las mujeres, siendo esta la razón por la cual diversas feministas opinan que no se puede ser guadalupana y feminista a la vez, debido a la ausencia de sexualidad en la Virgen de Guadalupe. Sin embargo, opino que no debería de ser motivo para excluir su relevancia en el ámbito del feminismo.
Desde mi óptica, la Virgen, más allá de ser un símbolo de identidad y espiritualidad mexicana, debe ser apreciada por lo que es: una mujer que no es ajena a las vivencias compartidas por nosotras, las mujeres.
Considero más justo y adecuado analizarla desde esa perspectiva especialmente en este tiempo de mujeres, teniendo en cuenta que la dignidad y la valía de una mujer radica en su dimensión humana, la cual es fundamental para promover la igualdad de género en todos los ámbitos.
A pesar de emanar de una iglesia patriarcal que históricamente ha subyugado a las mujeres relegándolas al ámbito doméstico, la figura de la Virgen ha logrado trascender sin necesitar intermediarios como la iglesia. Parafraseando al Dr. Bernardo Barranco, “las y los mexicanos buscan a la Virgen con una fe infantil y directa hacia ella”
Me parece oportuno que un tiempo de mujeres se revalúe el significado de la Virgen de Guadalupe desde una mirada feminista y humanista acorde a los nuevos cambios sociales. Es relevante tener en cuenta que mujeres de diversas realidades, recurren a la Virgen de Guadalupe como un símbolo de protección y cobijo ante las injusticias.
Citando de nuevo al Dr. Bernardo: “El éxito del culto a la Virgen de Guadalupe se debe a que es una virgen dadora, efectiva, que si hace milagros” ¿Y ustedes que opinan? Gracias a Sabina Berman por la tarea que nos dejó a las feministas y a mis lectores por leerme. Pudiera seguir argumentado, pero ¡se me acaban las líneas! hasta la próxima.