Este contra Oeste

22 de Diciembre de 2024

Juan de Dios Vázquez
Juan de Dios Vázquez

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En los últimos años, el enfrentamiento entre China y Estados Unidos ha acaparado titulares como la batalla económica más relevante del siglo XXI. Ambos gigantes luchan por la supremacía comercial y tecnológica, con impactos directos en las economías del mundo. Sin embargo, mientras el ojo del mundo se mantiene en esta disputa, otro conflicto entre grandes actores internacionales ha emergido: Canadá y la India, una nación del TMEC y el país más poblado del planeta, respectivamente, se encuentran en medio de una confrontación que podría transformarse en un nuevo frente en la guerra global por la influencia económica.

A primera vista, la actual crisis entre Canadá e India parece centrarse en un incidente diplomático. El gobierno canadiense, liderado por el primer ministro Justin Trudeau, ha acusado a la India de estar detrás del asesinato de Hardeep Singh Nijjar, un líder sij canadiense, en territorio canadiense. Para muchos, este es un escándalo diplomático de gran magnitud, que ha llevado a la expulsión mutua de diplomáticos y una tensión evidente en las relaciones bilaterales. No obstante, este conflicto podría ser la punta del iceberg de una lucha más amplia por la supremacía económica y comercial.

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La acusación de Canadá contra India tiene un contexto político, pero su trasfondo está profundamente vinculado a los intereses económicos. Al igual que las tensiones entre Rusia y la Unión Europea, o el enfrentamiento entre China y Estados Unidos, la confrontación entre Canadá e India está impulsada, en parte, por la competencia en los mercados globales. India, una de las economías emergentes más poderosas del mundo, ha estado intentando consolidar su influencia en diversas regiones, desde Asia hasta América del Norte.

Canadá, por otro lado, es un actor clave en el comercio global, en especial dentro del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). Si bien sus lazos comerciales con China han sido fundamentales, en los últimos años ha tratado de diversificar sus mercados, buscando socios en otras economías asiáticas, incluyendo la India. En este sentido, el actual conflicto entre ambos países podría tener repercusiones no solo en sus relaciones diplomáticas, sino en su capacidad para colaborar y competir en el ámbito comercial.

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Un ejemplo claro de esta competencia comercial se puede ver en sectores estratégicos como el de las tecnologías de la información, donde tanto Canadá como India han demostrado ser líderes. Las grandes empresas indias de outsourcing de tecnología, como Infosys o Wipro, compiten directamente con compañías canadienses que ofrecen servicios similares en América del Norte. Esta rivalidad no es nueva, pero se ha intensificado a medida que ambos países buscan ganar terreno en mercados clave como el de Estados Unidos.

Este conflicto tiene implicaciones importantes para México, ya que nuestro país es no solo el segundo o tercer mayor comprador de productos chinos en la región, sino también una puerta de entrada clave para productos indios que buscan expandirse en el mercado norteamericano. La India, al igual que China, ha estado construyendo puentes comerciales con México, lo que coloca a nuestro país en una posición estratégica para beneficiarse, pero también para verse afectado por cualquier conflicto entre estas dos potencias.

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Por ejemplo, en el sector de la tecnología y la manufactura, empresas indias como Tata Consultancy Services (TCS) han expandido sus operaciones en México, utilizando al país como una plataforma para atender a los mercados de Estados Unidos y Canadá. Este crecimiento ha sido favorecido por los acuerdos comerciales existentes y la infraestructura mexicana, lo que convierte a nuestro país en un socio clave para la India en su búsqueda por consolidarse como un líder global en tecnología.

Además, México ha sido un destino atractivo para la inversión india en sectores como el farmacéutico y la automoción. Empresas como Dr. Reddy’s Laboratories, uno de los gigantes farmacéuticos de la India, han establecido plantas en México para producir medicamentos genéricos destinados tanto al mercado local como al estadounidense. Este tipo de inversiones, que contribuyen al desarrollo económico de México, también podrían verse afectadas si las tensiones entre Canadá e India escalan y generan inestabilidad en el comercio internacional.

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De hecho, la India ha mostrado un interés creciente en fortalecer sus lazos comerciales con México en los últimos años, viendo a nuestro país no solo como un mercado en expansión, sino como un puente hacia el mercado norteamericano. En este contexto, México podría beneficiarse de una mayor diversificación en sus relaciones comerciales, pero también corre el riesgo de quedar atrapado en una disputa que podría impactar su rol dentro del TMEC.

La rivalidad emergente entre Canadá e India es una muestra más de cómo la economía global está en constante reconfiguración. Lo que comenzó como un incidente diplomático podría transformarse en un conflicto más amplio que involucre intereses comerciales y estratégicos en diversas regiones del mundo. Para México, esta situación representa tanto una oportunidad como un desafío. Por un lado, nuestro país puede aprovechar su posición estratégica en el TMEC para fortalecer sus lazos con India y diversificar su comercio. Por otro lado, la inestabilidad en las relaciones entre dos de sus socios comerciales más importantes podría generar incertidumbre y afectar las inversiones en sectores clave.

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En un mundo cada vez más interconectado, los conflictos entre grandes potencias no se limitan a batallas diplomáticas o territoriales, sino que también se juegan en el terreno económico y comercial. Así como vemos a China y Estados Unidos compitiendo por el liderazgo tecnológico y a Rusia y la Unión Europea enfrentándose en el ámbito energético, el conflicto entre Canadá e India nos recuerda que el poder económico es una pieza central en la geopolítica actual.

Para México, el reto está en cómo gestionar esta nueva dinámica, aprovechando las oportunidades que ofrece una economía global en transformación, sin perder de vista los riesgos que conlleva estar en medio de una disputa entre diversos gigantes comerciales. El futuro de esta rivalidad está por definirse, pero lo que es seguro es que tendrá repercusiones que van mucho más allá de los límites diplomáticos.