Esmeralda es una menor de edad que vive en una zona indígena de Querétaro. Mirna también es originaria de una comunidad donde los derechos humanos no se conocen y menos se respetan. Ambas fueron abusadas sexualmente. Esmeralda por un familiar cercano y Mirna por un ministro de culto. Ambas quedaron embarazadas y abortaron: la primera de manera espontánea y la segunda por inducido. Las dos enfrentan, aparte del dolor físico y moral, el estigma social, familiar, jurídico y espiritual que esto implica.
En agosto del año pasado, cuando Esmeralda apenas tenía 14 años, uno de sus familiares cercanos abusó de ella en el municipio de Huimilpan. Ella no sabía que estaba embarazada, así que cuando sintió un malestar estomacal decidió sólo tomar una pastilla, pero en el baño se dio cuenta de que algo salió de su vagina con mucha sangre, según relata a la Fiscalía Estatal que la acusó de homicidio calificado, pues según un peritaje ella asfixió al producto después de nacer.
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A Esmeralda le prohibieron ir a la secundaria donde ella cursaba el tercer año y está bajo arresto domiciliario por instrucciones de la misma Fiscalía, que por cierto presionó (a través de una funcionaria) al padre de la menor para que retirara los cargos de violación… y de encontrarla culpable de homicidio deberá pagar la reparación del daño al presunto abusador (unos 500 mil pesos).
Algunos organismos a favor de la despenalización del aborto indican que, según datos periciales de quienes atendieron a Esmeralda, el feto ya no presentaba signos vitales cuando ella dio a luz, pero estos dictámenes no han sido tomados en cuenta por la Fiscalía que insiste en encarcelarla.
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En el caso de Mirna, un ministro de culto en el municipio chiapaneco tsotsil de San Juan Chamula logró llevarla -con engaños religiosos- a un paraje donde abusó de ella. Luego de amenazarla con difamarla en las iglesias locales si es que ella decidía contar lo sucedido, le pidió contactar a otras adolescentes para hacerles lo mismo y de no hacerlo contaría una versión falsa a familiares y amigos.
Ella tampoco sabía, a sus 13 años de edad, lo que era estar embarazada. Por su corta edad, según los médicos de un hospital rural, no pudo retener al niño, ya que diario salía a cortar leña, trabajaba ayudando a su papá en el campo, ir a la escuela y pertenecer al grupo de alabanza de su comunidad religiosa. Abortó antes del segundo mes de gestación involuntariamente, por lo que fue acusada por familiares y por el mismo ministro de culto que la embarazó.
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Varios abogados que conocieron del caso tramitaron una denuncia penal en contra del siervo de Dios, quien huyó a Guatemala con la ayuda de sus familiares para seguir con sus estudios pastorales.
Mirna tiene dos hermanas menores quienes le han contado que ellas también sufrieron tocamientos por parte del religioso.
PALABRA DE HONOR: Clara Luz Flores Carrales, llega como encargada de la oficina federal de Asuntos Religiosos invitada por la titular de Gobernación. Su expertis en los Executive Success Programs la hace apta para el cargo.
