La proliferación del uso de armas en nuestro país, debe ser ya un tema de seguridad nacional.
La preocupación ciudadana radica en el hecho de que en la actualidad, no sólo el crimen organizado las utiliza para atemorizar a la población o para hacerle frente a las fuerzas del orden, sino que también se hacen relucir en pleitos de vecinos e incluso en simples incidentes viales que en muchos casos terminan en saldos mortales.
Las preguntas que deben responder las autoridades involucradas, de todos los órdenes de gobierno, pero principalmente del federal, son las siguientes:
¿Cómo es posible que en México exista un gran número de armas? ¿cómo es que llegan a nuestro país? ¿cómo es posible que cualquier persona puede tener acceso a una de ellas?
Las respuestas a cada una de estas interrogantes deben ser un asunto de seguridad nacional para la nueva administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, en especial, porque ya pasaron más de 18 años de la llamada operación, fracasada, “Rápido y Furioso”, en donde el entonces gobierno de Felipe Calderón permitió la entrada ilegal de 2 mil 500 armas a México.
La estrategia que deben seguir las autoridades competentes, debe ser su rastreo y conocer cómo ingresan, si hay autoridades de las aduanas involucradas en su ingreso, y conocer detalles de su distribución y/o venta para saber el “modus operandi” de las organizaciones criminales.
El tema cobra relevancia porque la constante en la Ciudad de México y demás entidades del país, es la presencia de armas de fuego en los diversos conflictos que se suscitan día con día; le hablo de esos casos cotidianos donde en la mayoría de ellos están involucradas personas de a pie, en sus roles de victimarios y víctimas.
Por otro lado, los ciudadanos no podemos acostumbrarnos a que un sicario vaya armado, como sucedió en el Sistema de Transporte Colectivo Metro, en donde en presencia de niños y mujeres ejecutó a una persona en la estación Tepalcates.
Un caso más es el de que dos moto sicarios que utilizaron un arma de fuego para matar, en pleno Viaducto Miguel Alemán, a una joven abogada.
Lo que es aún peor, es que el mismo día otros dos sujetos armados, también en moto, se hicieran presentes en pleno centro de la capital del país, supuestamente la zona más vigilada de la Ciudad de México, para atentar contra la diputada suplente Diana Sánchez Barrios, a quien pretendían asesinar.
No obstante, sus agresores lograron matar a uno de sus acompañantes y dejar tanto a ella como a una persona más lesionados.
Y qué decir del municipio mexiquense de Chimalhuacán, donde un sicario abrió fuego contra unos niños y sus padres cuando realizaban compras en una tienda a plena luz del día. Los hechos se hicieron virales por un video en redes sociales.
La situación es grave en entidades como Chiapas, Guerrero, Tamaulipas o Sinaloa, donde los criminales tienen un gran poder de fuego y esos rifles de alto poder los consiguen por precios que van de los 50 mil a los 200 mil pesos y los adquieren sin ningún problema.
Para colmo de males también están en los conflictos viales, ya que varios conductores de vehículos o motocicletas, salen todos los días con una arma de fuego para hacerle frente a cualquier ciudadano que se le cierre en una avenida, crucero o en frente de cualquier autoridad.
Lo que vemos en México, sin duda, es una proliferación indiscriminada de las armas de fuego en nuestras calles, parques, áreas de entretenimiento, lugares en los cuales jamás pensamos verlas, pero sobre todo, sin que hasta ahora exista alguna política real que combata el ingreso de las mismas, así como su venta ilegal, a pesar de que están cobrando diariamente la vida de gente inocente.
Basta ver los noticieros de televisión, escuchar los de radio y leer los periódicos para darnos cuenta de que mayoritariamente su contenido es de nota roja, de asesinatos de personas, una buena parte por confrontación entre grupos de la delincuencia, pero otra por cobros de piso de éstos, y otra más por asaltos, pleitos e incidentes viales.
Todo mundo vemos, sabemos y padecemos la omnipresencia de las armas, menos las autoridades, que deben saber que cada persona muerta por esos artefactos, es responsabilidad suya, de nadie más.
En Cortito: Morena enfrenta uno de sus más grandes desafíos y es qué hacer con todos aquellos pésimos e impresentables cuadros, como el que representa el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha que se encuentra en las arenas movedizas por el caso de la muerte de Héctor Melesio Cuén Ojeda y el secuestro de Ismael “El Mayo” Zambada García.
La Fiscalía General de la República de plano desmintió la versión que en principio manejó la Fiscalía de Justicia de Sinaloa de que Cuén Ojeda había muerto en un asalto en una gasolinera, sino que su asesinato ocurrió en la finca donde fue levantado El Mayo Zambada.
El gobernador Rubén Rocha lejos de brindar seguridad a los sinaloenses, ante la ola de ataques entre grupos afines a los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, “Los Chapitos” con los sicarios de “La Mayiza”, debe salir todos los días a dar una explicación del caos que tiene en este caso y culpar a los medios de comunicación de todas sus imprecisiones.