En el auge de las vanguardias literarias de principios del siglo pasado, Vicente Huidobro, el gran poeta chileno, nos dejó un enigmático poema titulado Temblor de cielo. En esta obra, Huidobro no sólo exploraba la inestabilidad del mundo y el vértigo del cambio, sino que también reflexionaba sobre las fuerzas invisibles que alteran nuestra percepción de la realidad. A través de imágenes poéticas y una estructura que desafía las normas tradicionales, el poeta sugiere que el universo es un espacio caótico, lleno de tensiones entre lo divino y lo humano, donde la incertidumbre es una constante. Hoy, el título de su poema resuena de manera inquietante con un fenómeno que está desconcertando a la comunidad científica: los llamados skyquakes o cielomotos.
En las últimas semanas, este fenómeno ha sido registrado en varias partes del mundo, generando un desconcierto global. Los skyquakes consisten en explosiones o temblores sonoros repentinos que parecen surgir de la nada. A diferencia de los truenos, estos sonidos no van acompañados de tormentas o actividad eléctrica, y no se detectan aviones en las cercanías que puedan generar booms sónicos. Son, literalmente, sismos en un cielo aparentemente calmo, lo que ha llevado a algunos a interpretarlos como señales apocalípticas, vinculándolos con las míticas siete trompetas mencionadas en el libro del Apocalipsis.
Los skyquakes no son un fenómeno nuevo. A lo largo de la historia, han sido objeto de fascinación y temor. En diferentes culturas y regiones, se les ha dado nombres diversos. En Japón, se les conoce como uminari, que significa “gritos del mar”, aludiendo al misterio de estos estruendos que parecen venir del horizonte marino. En la India, algunos los llaman fog guns (cañones de niebla), mientras que en otras partes se les describe como explosiones misteriosas en el cielo.
Estos estruendos suelen tener la potencia de un trueno, pero se producen sin previo aviso y sin un origen claro. En ocasiones, vienen acompañados de leves vibraciones, lo que ha llevado a algunos a especular sobre la posibilidad de terremotos subterráneos de baja magnitud o derrumbes de cuevas. Sin embargo, las investigaciones hasta el momento no han logrado confirmar ninguna de estas hipótesis.
Un estudio reciente llevado a cabo por científicos en Carolina del Norte utilizó datos recopilados por artículos de noticias locales, sensores atmosféricos y sismógrafos. Sorprendentemente, concluyeron que no había actividad sísmica detectable en las zonas donde se escucharon los temblores del cielo. Esto deja una incógnita: si no son movimientos sísmicos, ¿qué es lo que genera estos misteriosos sonidos?
Ante la falta de pruebas sísmicas, muchos investigadores han comenzado a dirigir su mirada hacia el cielo. Una de las teorías más aceptadas es que estos temblores podrían ser el resultado de colisiones de meteoros o pequeños asteroides con la atmósfera terrestre. Aunque estos objetos suelen ser de tamaño reducido, podrían generar explosiones sónicas al atravesar la atmósfera, produciendo un ruido similar al de un trueno.
El problema con esta teoría es que, debido al pequeño tamaño de los meteoros, no dejan restos visibles o fácilmente detectables. Es decir, podríamos estar ante un fenómeno atmosférico que ocurre a gran altitud y que, debido a la cobertura de nubes o a la velocidad del evento, no genera escombros que puedan encontrarse después. Sin embargo, esta hipótesis aún no ha sido confirmada de manera concluyente, lo que sigue dejando la incógnita abierta.
Otra posible explicación, según algunos científicos, es que los skyquakes sean el resultado de tsunamis o avalanchas en zonas remotas, cuyo sonido es transportado por el aire a largas distancias. El sonido podría rebotar y reverberar en la atmósfera, creando la ilusión de que proviene del cielo. Pero, una vez más, esta teoría no se ajusta a todos los casos registrados.
Una de las teorías más aceptadas actualmente es que estos cielomotos podrían ser causados por bolides, es decir, rocas espaciales que explotan al entrar en la atmósfera terrestre. Estas explosiones podrían generar un sonido similar al de un trueno, aunque los fragmentos de estas rocas no siempre son visibles o fáciles de detectar. Otros investigadores sugieren que los skyquakes podrían ser provocados por fenómenos oceánicos, como grandes olas que rompen en altamar o tormentas eléctricas amplificadas por ciertas condiciones atmosféricas. Sin embargo, hasta la fecha, ninguna de estas teorías ha sido comprobada de manera definitiva.
Eventos recientes, como los cielomotos reportados en 2017 en Alabama, donde residentes de 15 condados llamaron al 911 al escuchar una explosión inexplicable, subrayan el misterio en torno a estos fenómenos. Ni los satélites ni los radares lograron detectar signos de una explosión en la región, dejando tanto a las autoridades como a los ciudadanos sin una respuesta clara.
Además, durante los meses de marzo y abril de 2020, cielomotos fueron reportados en varios países, como Estados Unidos, Chile, España, Brasil y Argentina. El físico Camilo Buitrago-Casas, de la Universidad Nacional de Colombia, menciona que la disminución de la contaminación auditiva, especialmente durante periodos de confinamiento, ha aumentado la sensibilidad de las personas para percibir estos fenómenos.
Como suele ocurrir con fenómenos inexplicables, los skyquakes no solo han captado la atención de los científicos, sino también de quienes creen en profecías y eventos sobrenaturales. En redes sociales y foros de internet, no faltan quienes ven en estos estruendos una señal apocalíptica.
Según algunas interpretaciones religiosas, estos temblores podrían ser las siete trompetas del Apocalipsis, que anuncian el fin de los tiempos. Si a esto le sumamos la fuerza con que el huracán Milton azotó Florida y la reciente tormenta solar severa que afectó las auroras en Estados Unidos, alterando incluso las redes eléctricas, la incertidumbre se intensifica. Estas interacciones entre lo cósmico y lo terrestre dejan a la comunidad científica, así como a la sociedad en su conjunto, buscando respuestas en medio del caos y la maravilla de nuestro entorno.
Esta interpretación, aunque fuera del ámbito científico, tiene eco en el miedo colectivo que a menudo generan los fenómenos naturales inexplicables. La incapacidad de la ciencia para ofrecer respuestas concluyentes deja un vacío que muchas personas llenan con explicaciones místicas o religiosas. A lo largo de la historia, fenómenos atmosféricos como truenos o relámpagos han sido interpretados como la voz de los dioses o como presagios de desastres inminentes.
¿Qué sigue para la ciencia ante este misterioso fenómeno? Los investigadores continúan monitoreando las zonas donde se han registrado skyquakes, buscando patrones que puedan ofrecer pistas sobre su origen. Aunque aún no hay respuestas definitivas, la ciencia sigue avanzando. Nuevos métodos de detección, como el uso de satélites y sensores más avanzados, podrían ayudar a entender mejor qué ocurre en las capas más altas de la atmósfera y si, efectivamente, los skyquakes son el resultado de fenómenos astronómicos o atmosféricos aún no comprendidos del todo.
Mientras tanto, los cielomotos siguen siendo un recordatorio de cuán poco conocemos sobre ciertos aspectos del mundo natural. Al igual que en el poema de Huidobro, son una metáfora del desconcierto humano ante lo inexplicable y un recordatorio de que hay fuerzas invisibles más allá de nuestro control, y tal vez más allá de nuestra comprensión. Tal como lo sugería el poeta chileno, estos temblores del cielo no solo sacuden la tierra, sino también nuestra percepción, dejándonos mirando al cielo en busca de respuestas.