El reto de que la ciencia salga de los cubículos

30 de Abril de 2025

Alfredo Suárez
Alfredo Suárez
Politólogo por el Tec de Monterrey, y candidato a Maestro de la Universidad Panamericana en Comunicación Política. Actualmente se desempeña como coordinador de comunicación para América Latina de la Fundación Friedrich Naumann.

El reto de que la ciencia salga de los cubículos

Fundación Friedrich Naumann

Desde hace algunos años he escuchado reiterados llamados dentro de la comunidad científica a salir de los cubículos y de las aulas; a convertirnos en agentes activos de divulgación científica. Creo que nunca antes este llamado había sido tan apremiante.

El pasado viernes 25 de abril, en el Cambridge Disinformation Summit, el profesor Alan Jagolinzer —director de dicho proyecto— instó a no permitir que las conversaciones sobre desinformación se mantengan en un diálogo circular. Traigo esto a colación porque considero que no existe un momento más crucial en la historia humana para asumir este reto.

Vivimos en la era de mayor acceso a la información; nunca había sido tan fácil encontrar una noticia o conocimiento científico. Sin embargo, observamos dos tendencias preocupantes: la desinformación se ha convertido en uno de los principales problemas de la humanidad, y, según el Foro Económico Mundial, será uno de los desafíos más urgentes en los próximos años.

Por otra parte, asistimos a un aumento del autoritarismo a nivel mundial, como evidencian los datos del Índice de Democracia de The Economist, que muestran que, a nivel global, hemos descendido al nivel más bajo desde que se comenzaron los registros en 2006. Esto resulta aún más significativo si recordamos que, a principios de este siglo con el fin de la Guerra Fría, muchos creían que la democracia liberal había triunfado como modelo hegemónico.

Volvamos entonces a la pregunta clave: ¿por qué la democracia está en declive? La respuesta más evidente apunta a la falta de resultados. Sin embargo, me permito matizar: hoy, la especie humana goza de la mayor expectativa de vida de toda su historia, como un indicador de lo mejor que es la vida alrededor del mundo en general. Entonces, ¿qué está pasando?

Existen múltiples hipótesis sobre el deterioro de la democracia liberal. A lo largo del mundo, politólogos y estudiosos buscan teorías que expliquen este fenómeno. Aunque abundan las ideas, propongo una que conecta con mi formación como politólogo y maestro en comunicación política: la percepción del futuro jamás había sido tan negativa como hoy.

¿Por qué? ¿Cómo es posible que, en uno de los mejores momentos objetivos de la humanidad, estemos atravesando una crisis de ansiedad colectiva?

Una posible explicación radica en la percepción generalizada de que “todo está mal”. Esta inclinación hacia el pesimismo parece ser una característica intrínseca del ser humano: tendemos a enfocarnos más en lo negativo que en lo positivo. Además, como bien enseñan en las escuelas de comunicación de todo el mundo, las noticias negativas venden más que las positivas.

Siguiendo esta línea, los resultados negativos en nuestra vida personal pesan más que los positivos. Y ahora, con el acceso sin precedentes a la información, también estamos expuestos a más malas noticias que nunca.

Ahora bien, si exponenciamos esta idea con trolls, bots, pseudoperiodismo, estrategias de desinformación, sitios falsos, publicidad micro segmentada y un largo número de etcéteras, veremos como el efecto “todo está mal” se hincha.

Por eso, quienes contamos con herramientas de análisis, quienes investigamos, quienes tenemos conocimientos técnicos, debemos asumir la responsabilidad de luchar contra las percepciones de negatividad y de futuros distópicos, impulsadas por la desinformación.

Hoy no queda espacio para el cinismo: debemos seguir construyendo. Porque, si nos detenemos a mirar, ¿acaso no es impresionante todo lo que hemos logrado como humanidad?

PUBLICIDAD