Pese a los pronósticos iniciales, las elecciones en los Estados Unidos se alejaron de lo que suponían muchos analistas. Ni el resultado fue cerrado ni fue necesario esperar varios días para conocer la suma de los votos. A Kamala Harris le pasó lo mismo que a su antecesora demócrata, Hillary Clinton, cuando, en 2018, quiso ganarle al republicano, con la diferencia de que, en esta ocasión, Trump se llevó “el carro completo”. Ganó la mayoría en el Senado; la Cámara de Representantes queda también bajo el mando republicano; las gubernaturas que estaban en disputa el pasado martes también se pintaron del rojo republicano y, lo que fue peor para los demócratas, el voto popular se lo llevó el polémico expresidente. En resumen, una histórica caída de los demócratas en Estados Unidos.
Así que Donald Trump regresará a la Casa Blanca el próximo 20 de enero, lo que para muchos ha sido un duro golpe. Trump genera ese tipo de sentimientos encontrados en los que “o te aman o te odian”. Sus formas poco diplomáticas, la manera de ejercer presión para conseguir sus objetivos y, de paso, los problemas legales a los que se ha enfrentado en los últimos meses han sido tan solo algunas razones por las que la opinión pública lo critique y no vea con buenos ojos su regreso. Sin embargo, ¿a qué se debe su éxito en las urnas del supermartes de noviembre?
Lo primero es el tema económico. Son muchos los que aseguran que los estadounidenses tenían mejores finanzas, mayor oportunidad de empleo y que la vida era “más barata” de lo que ha venido siendo desde que Joe Biden llegó al poder. Así que la promesa número uno es bajar la inflación y el costo de la vida. Al tema económico hay que sumarle el tan trillado asunto de los migrantes. Nos sorprende mucho que hayan sido los propios migrantes que ya viven en Estados Unidos quienes votaron por Trump, y esto es fácil de entender. Si el republicano prometió no dejar entrar más migrantes al territorio estadounidense, por supuesto que le dieron su voto, ya que esto les garantiza —a los migrantes residentes ya en la Unión Americana— conservar sus empleos y sus beneficios, y no tener que compartirlos con aquellos que quieren seguir entrando al territorio.
Prometió producir más petróleo y gas para bajar el precio de las gasolinas; acabar con las ideologías de género; poner fin al adoctrinamiento en las escuelas y universidades sobre temas socialistas; terminar con la homosexualización de los niños y, por supuesto, frenar las intenciones de permitir el aborto. Apostó por la vida y por poner fin al tráfico de drogas. Ya no habrá impuestos a las propinas y a los pensionados. Es decir, Donald Trump busca volver a “hacer América grande”, recuperando muchos de aquellos valores que los demócratas, en su espíritu liberal, han venido olvidando. ¿Será acaso que este es un mensaje de la primera potencia mundial a todos aquellos gobiernos que, buscando ser liberales, han olvidado valores fundamentales de la familia? No lo sé, pero de que es un mensaje, lo es, y de que Trump cumplirá sus promesas de campaña, no me queda la menor duda.
Hablando de guerras: si hay un comediante que ha luchado por ganarse un lugar en el gusto del público contra viento y marea, es el Indio Brayan. ¿Cómo ha logrado este sueño? Salió de su burbuja, de su barrio, para buscar nuevos horizontes, sabiendo que no sería un camino fácil, y más aún por la muerte de su padre. No se pierdan la historia de Hugo Alcántara, mejor conocido como el Indio Brayan, quien surgió de una pastorela y ha llegado al corazón de muchos, en la entrevista que nos dio para “En la Trinchera con José Luis Arévalo”, que pueden ver en YouTube por Canal Cero Networks.
Los espero en mi próxima Trinchera.
José Luis Arévalo @jlanoticias