Nos encontramos a muy pocos días de que inicie la discusión legislativa sobre las leyes secundarias que la Presidenta Claudia Sheinbaum envió al Senado de la Republica el pasado 5 de febrero.
Formalmente, estas leyes tienen el objetivo de implementar, en el plano legal, las reformas constitucionales aprobadas en octubre y noviembre del año pasado. Sin embargo, materialmente, tal y como lo dice la exposición de motivos de la iniciativa, la inminente aprobación de este paquete legislativo implementará un nuevo modelo energético.
Esta afirmación no es exagerada, pues si bien muchas disposiciones de las leyes sustantivas -tanto del sector eléctrico como del sector hidrocarburos- recogen muchos conceptos, figuras y modelos de las leyes derivadas de la reforma energética del 2013, existen dos puntos concretos que podrían parecer menores, y sin embargo, son fundamentales para definir el rumbo que la presente administración le dará a la industria energética de México.
Ampliamente, los elementos definitorios de la nueva legislación que constituyen los pilares en los que descansará el nuevo modelo energético a ser implementado son los siguientes:
Planeación central vinculante: El hecho de que el sector energético esté sujeto a la planeación vinculante (en vez de indicativa, como sucedía anteriormente) del Estado no es trivial, ya que provoca la transición de un modelo en donde era el propio mercado el que dictaba el rumbo del desarrollo del sector -a través de la oferta y la demanda-, por hacia un modelo en donde es el gobierno el que determina el rumbo de la industria, a través de criterios como la soberanía y la justicia energética.
Preminencia de las empresas del Estado: El nuevo modelo energético reconoce abiertamente que se favorecerá a Pemex y a CFE en sus actividades sustantivas, por encima de las empresas privadas, aun en igualdad de circunstancias, situación que difiere diametralmente con la forma en la que se condujo el sector en la década pasada, cuando se buscaba, precisamente, emparejar las condiciones de todos los participantes de la industria.
A través de lo anterior, la lógica de la industria energética en México cambiara de forma importante, ya que se pasara de tener un sector compuesto por diversos elementos y mecanismos de mercado, a una industria con una fuerte influencia estatal. Es importante mencionar que este modelo no es inédito, ya que muchos países y regiones (ej. Francia o una gran cantidad de estados del Midwest en Estados Unidos) han adoptado políticas energéticas que priman el rol del Estado en el desarrollo del sector energético. A pesar de que la conveniencia de este tipo de políticas ha sido un debate histórico muy complejo, el hecho de cambiar súbitamente de un modelo a otro puede generar dudas sobre los resultados que se obtendrán.
Por todo lo anterior, habrá que estar atentos al desarrollo del sector, con el fin de poder emitir juicios objetivos sobre la eficacia del nuevo modelo energético.