El concepto idiomático de la expresión “hubiera” tiene, generalmente, una característica de frustración. “Hubiera hecho esto, hubiera hecho lo otro” también tiene otra característica: está ubicada cronológicamente en el pasado. Sin embargo, para efectos de la realpolitik, nos permite el análisis de hipotéticos escenarios.
Veamos: Tengo para mí, que si en algún momento de la anterior administración el Titular del ejecutivo hubiera tenido la intención de reelegirse, lo hubiera logrado. Aun no alcanzándole el porcentaje de legisladores en la arena parlamentaria, siempre quedaba el recurso de la “Ecuación Yunes”.
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Siguiendo en el campo de lo hipotético, alguno de los votantes por el expresidente, podrían haberse inconformado, argumentando con razón, que nunca se les preguntó cuando votaron por él, si aprobarían que se reeligiera.
Trasladando el tema a tiempos actuales, hoy se argumenta en la discusión sobre el futuro del Poder Judicial, que el Gobierno federal, y la mayoría en las cámaras, tienen “un mandato ciudadano”, y aquí surge una pregunta obligada: ¿Realmente el voto por una persona la faculta a ejecutar todo lo que le parezca necesario en nombre del ciudadano?
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¿El Poder Judicial requiere cambios? Con seguridad podríamos decir que sí. Finalmente es una institución manejada por seres humanos. Por lo tanto, imperfecta. Seguro se podrán mejorar muchas cosas: Los tiempos de ejecución de sentencias, la transparencia, cuestiones administrativas, corrupción, gastos onerosos... ¡en fin! Eso seguro se podría aplicar y lograr en esa soberanía, y en las otras dos también.
Yo estoy a favor de los cambios. El tema es no hacerlos a rajatabla. Si bien se requieren modificaciones, también es una realidad que existen muchos trabajadores del Poder Judicial que son personas honestas y comprometidas con su responsabilidad. Pero también, como en todo, existen juzgadores que son una vergüenza para el gremio de los togados.
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Si se habla de una reforma, es un error hasta elemental pensar que el hecho de ser votados y electos por el pueblo, los convierte, en automático, en incorruptibles. Cuántos gobernadores, presidentes municipales, síndicos y más, están ahora mismo en prisión y todos ellos llegaron al poder, en algún momento, por el voto popular.
La verdad histórica nos enseña que sí, el pueblo sí se puede equivocar. Ejemplos existen, muchos y variados en toda la humanidad y en todas las épocas. Cuestión de echarle un ojo a la historia.
Pero no pasa nada, al final Usted y yo, estamos hablando de un “hubiera”.