El fantasma de la ultraderecha recorre el mundo: advertencias para México

3 de Marzo de 2025

Víctor J. López
Víctor J. López
Abogado internacional mexicano, socio fundador de Sánchez-Labrador & López Martínez S.C. (SLLM) y actualmente Representante del Gobierno del Estado de Yucatán en la Ciudad de México. La firma es reconocida en América Latina por su enfoque en innovación, inversión extranjera y emprendimiento. Con una amplia trayectoria en el sector público y privado,Es miembro de la Barra Internacional de Abogados, miembro de la junta directiva de la Asociación de Abogados México-Estados Unidos y del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales.

El fantasma de la ultraderecha recorre el mundo: advertencias para México

victor j. martinez

La historia nos ha enseñado que cuando las crisis económicas, sociales y políticas golpean con fuerza, las sombras del autoritarismo y el fanatismo encuentran terreno fértil para crecer. Hoy, el mundo está experimentando un resurgimiento de la ultraderecha, un fenómeno que avanza como una marea reaccionaria en América Latina, Europa y Estados Unidos. México no es inmune a esta amenaza, por ello es importante reconocerla, comprenderla y, sobre todo, enfrentarla con determinación.

No es la primera vez que la humanidad presencia este giro hacia la intolerancia y el odio disfrazado de “orden”. En la Europa de entreguerras, el ascenso de Hitler en Alemania y Mussolini en Italia no fue un accidente, sino el resultado de un descontento social canalizado por discursos de odio contra minorías y una retórica de “reconstrucción nacional”. En España, Franco consolidó un régimen basado en la represión y el conservadurismo más retrógrado. En América Latina, las dictaduras militares del siglo XX, desde Pinochet en Chile hasta Videla en Argentina, fueron la materialización de una ultraderecha que, en nombre del “progreso” y la “seguridad”, destruyó libertades, reprimió opositores y sumió a sus países en décadas de dolor.

Hoy, los síntomas de este fenómeno son inconfundibles: el discurso de odio se normaliza, la ciencia es cuestionada por dogmas religiosos, los derechos de las minorías son atacados en nombre de una supuesta moral superior, y el racismo y la xenofobia resurgen con fuerza. En varias partes del continente ha comenzado un proceso de desmantelamiento del Estado, poniendo en riesgo los derechos básicos de sus poblaciones. En varios países vemos la amenaza con una restauración de la supremacía de las élites y el aislacionismo económico imponiendo debates que hace décadas se creían superados, atacando la memoria histórica y los avances sociales.

Y en México, ¿qué está ocurriendo? Hasta hace pocos años, la ultraderecha era un actor marginal, presente, aunque contenido dentro del PAN y de grupos conservadores sin impacto real en la política nacional. Hoy, con la creación de nuevos movimientos, vemos cómo estos grupos intentan convertirse en una opción política legítima, utilizando la desinformación y el miedo como sus principales herramientas.

La ultraderecha y su estrategia del caos

La ultraderecha no ofrece soluciones reales, solo un enemigo a quien culpar: las mujeres, los migrantes, los pobres, los periodistas, los académicos, los artistas. Su discurso es un pastiche de teorías conspirativas, populismo de derecha y nostalgia por un pasado que nunca fue mejor. Se apropian de símbolos patrios para dar la apariencia de ser la “verdadera” voz del pueblo, pero en realidad representan los intereses únicamente de grupos oligárquicos y llenos de prejuicios.

México, aún siendo un país progresista, no puede caer en la trampa de subestimarlos. No son solo “fanáticos” o “grupos de extrema derecha sin futuro”. En muchos países, estas fuerzas han logrado infiltrarse en las instituciones democráticas y desde ahí han socavado las bases mismas del Estado de derecho. No olvidemos que Hitler llegó al poder a través de elecciones. No olvidemos que Bolsonaro fue elegido en Brasil con un discurso que parecía absurdo pero que resonó en sectores desencantados.

El descontento social es legítimo, y el enemigo del dogma radical sigue al acecho, esperando el momento oportuno para imponer su agenda regresiva.

La respuesta: más democracia, más organización, más conciencia

El avance de la ultraderecha no es inevitable. Es nuestra responsabilidad, como sociedad, como ciudadanos comprometidos con el futuro de México, frenar esta embestida reaccionaria. No con censura, sino con organización. No con indiferencia, sino con participación activa. No con miedo, sino con una convicción profunda de que el país debe seguir avanzando.

Desde las universidades, los medios de comunicación, las comunidades y los movimientos sociales, debemos articular una respuesta contundente. La educación es clave: desmontar sus mentiras, exhibir su agenda oculta y mostrar que su “alternativa” no es más que un retorno a la opresión y la desigualdad.

La historia nos ha demostrado que la ultraderecha avanza cuando el pueblo se resigna. Pero México ha demostrado ser un país que no se rinde, que lucha, que resiste y hoy más que nunca, que progresa.

Hoy, más que nunca, debemos recordar las palabras de Salvador Allende antes del golpe de Estado en Chile: “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”. No permitamos que la ultraderecha nos arrebate lo que hemos construido. Es momento de cerrar filas y defender el futuro.