1er. TIEMPO:
Aliados incómodos. En el otoño de 2022, el presidente Andrés Manuel López Obrador, harto de Ricardo Monreal, coordinador de Morena en el Senado, le envió un mensaje donde le decía que si dejaba de estar “chingando” -textual-, le daría la candidatura al gobierno de la Ciudad de México. López Obrador se refería a él entre sus colaboradores de manera despectiva e insultante, y pese a que tenía todo el poder para hacerle lo que quisiera, aún lo necesitaba como negociador en el Senado. Lo conocía muy bien. Coincidieron a finales de los 80 en el PRI, pero estaban muy lejos uno de otro, en distancia y presencia. López Obrador se fue con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, mientras Monreal, que se había unido al sector campesino del PRI, llegó a la Cámara de Diputados tras la tumultuosa elección presidencial de 1988. El zacatecano no era parte de la burbuja de líderes priistas en San Lázaro, pero tampoco era uno más. Por listo y aguerrido, era una de las cabezas de los priistas que ubicaban como los del Bronx, por lo que era en ese momento el barrio más bravo de Nueva York. El Bronx priista actuaba como grupo de choque contra la oposición, sobre todo el PRD, que nunca dejó de reclamar la victoria de Cárdenas y acusar a Carlos Salinas de fraude. Monreal volvió a ser diputado en 1997 y buscó la candidatura del PRI a la gubernatura de Zacatecas, pero el presidente del PRI, Mariano Palacios Alcocer, lo descarriló. Indignado, renunció al partido tras 22 años de militancia y el entonces líder del PRD, López Obrador, lo reclutó. Monreal ganó la gubernatura con casi siete puntos de diferencia del priista Marco Antonio Olvera. López Obrador vio como iba neutralizando al PRI y construyendo un enclave perredista en Zacatecas, erigiendo a la vez una dinastía monrealista que produjo otro gobernador, David, su hermano, y una red de relaciones políticas que le permitió colocar a un buen número de familiares en senadurías, diputaciones, el gobierno federal y en varios gobiernos estatales. Monreal siempre se mantuvo cerca de López Obrador y en la campaña presidencial de 2006 fue uno de los coordinadores de las redes ciudadanas, aunque en el conflicto postelectoral, fue Monreal quien llevó el juicio de impugnación en los órganos electorales. Monreal, aunque no parte del círculo interno de López Obrador, se convirtió en un personaje altamente funcional para él, y lo nombró coordinador de su campaña presidencial en 2012. Político confiable, cuando ganó la Presidencia no dudó en enviarlo como jefe de la bancada de Morena al Senado. López Obrador sí se sentía en deuda política con el zacatecano, pese a todo.
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2do. TIEMPO:
Traición y rebelión. Para el otoño de 2022, Ricardo Monreal se había convertido en enemigo de los radicales en el entorno de Andrés Manuel López Obrador. Ni al presidente ni a los suyos les parecía que al radicalizar su discurso con fines propagandísticos, Monreal se deslindara sutilmente o, peor, que la reforma electoral que había propuesto, la hubiera criticado por sus errores constitucionales. Monreal también estaba resentido. Después de haber dado la cara por López Obrador en dos campañas presidenciales, la promesa de ser candidato al gobierno de la Ciudad de México, se convirtió en una burla. El método iba a ser por encuesta, donde participaron Claudia Sheinbaum, Mario Delgado y Martí Batres, lo que le daba a Monreal una amplia ventaja porque el conocimiento de él sobre el resto era no solo mayor, sino superior al de dos contendientes juntos. La encuesta, sin embargo, lo ubicó en el último lugar, algo que nunca creyó y que amenazó con impugnar. López Obrador le pidió no hacerlo, ofreciéndole ser secretario de Gobernación, que tampoco cumplió. Se quedó en el Senado, con una fuerza y poder que fue acrecentando, y una capacidad negociadora que salvó varias veces iniciativas del presidente. Pero no fue incondicional de López Obrador, al grado de inventarse un viaje a Madrid para no acompañarlo brazo con brazo, como le había pedido a la contramarcha de noviembre de 2022, como antídoto de una marcha de la posición contra su intención de llevar a voto a jueces, magistrados y ministros. Había tanta molestia, que López Obrador consideró removerlo de la coordinación en el Senado. Delgado, que era líder de Morena, le presentó un análisis de pros y contras de expulsarlo del partido. Monreal sabía que querían su cabeza y decía que en las mañanas “salía a las calles con la espalda siempre pegada a la pared”. Monreal coqueteó con irse de Morena, pero viejos expedientes que involucraban a su familia con el crimen organizado, lo persuadieron de quedarse. El año pasado dio un paso adelante y entró a contender por la candidatura presidencial, pero el peso de esas carpetas de investigación, lo hicieron dar nuevamente un paso hacia atrás. Al ganar Sheinbaum la Presidencia, López Obrador lo volvió a ver como una pieza funcional, pero como líder de Morena en la Cámara de Diputados, como cuña contra ella y para cuidar que el proyecto obradorista no se modificara.
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3er. TIEMPO:
Definitivamente, no es su aliado. Con el visto bueno presidencial, Ricardo Monreal inició la primera legislatura que tendría Claudia Sheinbaum como coordinador de Morena en la Cámara de Diputados. Sheinbaum jamás lo hubiera querido, pero cuando le propuso al todavía presidente Andrés Manuel López Obrador que ella quería al frente de la bancada oficialista a Alfonso Ramírez Cuéllar, se lo vetó inmediatamente. Monreal tendría que ser. Él y Adán Augusto López en el Senado, impedirían que sus iniciativas fueran matizadas por Sheinbaum una vez que ya no despachara en Palacio Nacional. Con su amplia experiencia legislativa Monreal comenzó a operar. Lo primero que hizo fue neutralizar a las principales piezas de Sheinbaum en San Lázaro —Alfonso Ramírez Cuéllar y Gabriela Jiménez— que habían sido parte de su cuarto de guerra en la campaña presidencial. La forma como lo hizo fue designar como operador político de la bancada, con atribuciones que le daban autoridad sobre ellos dos, que tenían cargo de vicecoordinadores, a su viejo amigo, Pedro Haces. También le encargó los enlaces con los estados, una nueva figura en la bancada, que produjo más diferencias, porque Haces sería el que designara qué diputados tendrían la relación con los gobernadores. Después vino el reparto de las comisiones, que iban a ser designadas solo por ellos dos, Monreal y Haces. Esta imposición provocó una rebelión de las piezas de Sheinbaum en la bancada, porque se excluyó una vez más del pequeño grupo que repartiría ese pastel a Ramírez Cuéllar y Jiménez. También desplazaron a Carlos Ulloa, para quien Sheinbaum había pedido la presidencia de la Comisión de Presupuesto, la más importante en el Congreso, porque es la que, al repartir el dinero, tiene una enorme capacidad de control político sobre los gobernadores, pero se la negaron. Ese puesto se lo dieron a Merilyn Gómez Pozos, con nula experiencia en temas presupuestales, pero que trabajó como operadora de López Obrador en Jalisco. Ulloa se quedó con la Comisión de Hacienda, que no revisa cómo se da el dinero, como es la de Presupuesto, sino ve los ingresos. Otra comisión importante, la de Puntos Constitucionales, se le entregó a Leonel Godoy, quien trabajó con López en su candidatura presidencial. Monreal dejó sin poder en el Congreso a Sheinbaum, y no ha permitido cambios fundamentales y estratégicos a las reformas constitucionales del expresidente que aprobaron, sin cambiar una coma, en septiembre, antes del relevo presidencial. Esto seguirá durante tres años y Monreal, que tendrá la oportunidad de saldar cuentas con las humillaciones que le hicieron en dos ocasiones López Obrador y Sheinbaum.
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