El desdén que comunica: entre la ambición y la miopía política

11 de Marzo de 2025

Mónica Valdés
Mónica Valdés

El desdén que comunica: entre la ambición y la miopía política

Monica-Valdes

Hay momentos en política que no necesitan análisis exhaustivo; hablan por sí mismos. Una imagen, un gesto –o su ausencia– pueden encapsular una narrativa más potente que cualquier discurso de tres horas en el Zócalo. Lo ocurrido con la Presidenta Claudia Sheinbaum y la plana mayor de Morena es un claro ejemplo de que en política la forma no solo es fondo: es destino.

La escena es casi surrealista. Claudia Sheinbaum camina en un evento oficial, entre vítores y saludos de la multitud, mientras un grupo de figuras clave del régimen morenista –Andy López Beltrán, Luisa Alcalde, Ricardo Monreal, Adán Augusto y Manuel Velasco– están absortos en una selfie, encapsulados en su propio microcosmos de relevancia inmediata. La Presidenta pasa junto a ellos y no la ven. No la saludan. No reaccionan.

¿Casualidad? ¿Un simple descuido en medio del bullicio? La política no funciona así. En un entorno donde cada detalle comunica, lo que parece un desliz inocente se convierte en una omisión calculada o, peor aún, en una evidencia de prioridades erradas.

¿Futuro o presente? La lucha por el 2030 ha comenzado

La teoría más benévola sugiere que estaban distraídos, embelesados en el instante, incapaces de registrar la llegada de la jefa de Estado. La más realista apunta a que cada uno de ellos, en distintos grados, ya está pensando en su propio 2030, en la inercia sucesoria que devorará la administración entrante desde su primer día.

Andy López Beltrán, secretario de Organización de Morena, sin redes sociales activas, sin apariciones mediáticas regulares, pero con un poder innegable, parece jugar el ajedrez del futuro con movimientos silenciosos pero contundentes. Su falta de reacción ante Sheinbaum –y su nula intención de corregirla públicamente con una disculpa como lo hicieron Monreal, Adán y Velasco– deja entrever un posicionamiento que va más allá del protocolo.

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Luisa Alcalde, ex secretaria de Gobernación y actual presidenta de Morena tampoco reaccionó a tiempo. La encargada del aparato político del país, una de las piezas más visibles del actual gobierno, quedó atrapada en la misma descoordinación. En política, la inmediatez con la que se reacciona a los símbolos es clave; ella, al igual que los otros, falló en registrar el momento.

Monreal, siendo un viejo lobo de mar y con su olfato pragmático, fue de los primeros en ofrecer disculpas públicas, como si comprendiera rápidamente que el vacío simbólico podía convertirse en un error costoso. Adán Augusto y Velasco también ajustaron el discurso. Pero Andy, el Andy que muchos ya ven en la boleta de 2030, guardó silencio.

Control de narrativa: cuando el mensaje se sale de las manos

Si hay algo que Morena y el obradorismo han demostrado dominar es la narrativa. Sin embargo, este episodio se les escapó de control. En política, lo que no se aclara a tiempo, se enreda. La percepción de Sheinbaum avanzando sin recibir reconocimiento de su propio equipo se viralizó en segundos.

Los adversarios de la Cuarta Transformación vieron en esto una grieta y la explotaron sin piedad. “La ignoraron porque la desafiaron”, decían en redes. “Fue una distracción planeada para marcar territorio”, teorizaron otros. La sombra de un posible divisionismo interno, algo que el movimiento ha intentado evitar a toda costa, cobró fuerza en un solo video.

Porque en política, el control de la narrativa es poder. Y aquí, Morena dejó que la historia se escribiera sola.

El gran error de la desconexión

Si algo dejó claro este episodio es que la falta de visión estratégica puede costar caro. ¿Cómo un grupo de políticos experimentados, en un evento planeado hasta en los más mínimos detalles, fue incapaz de percibir la llegada de la Presidenta? ¿Dónde estaban los asesores, los asistentes, la gente que debía garantizar que cada acto simbólico se ejecutara con precisión?

Porque si en un simple saludo público estos actores clave del obradorismo se ven perdidos, ¿qué dice eso sobre su capacidad para operar en las sombras del poder, donde el ajedrez se juega con movimientos mucho más sutiles y letales?

La política no es solo discurso y aplausos. Es percepción, es reflejo, es respuesta instantánea. Lo que ocurrió en el Zócalo no es solo una anécdota. Es un síntoma.

El 2030 puede parecer lejano, pero en la política mexicana, el futuro se construye desde el presente. Y si algunos ya están tan enfocados en lo que viene, pueden terminar perdiendo lo que hoy todavía está en sus manos.

Sheinbaum pasó y no la vieron. En política, eso no es una omisión. Es un mensaje.