Deuda eterna

22 de Noviembre de 2024

Enrique Del Val
Enrique Del Val

Deuda eterna

enrique del val

Entre septiembre y octubre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha producido varios documentos que revelan la preocupación de sus funcionarios sobre el futuro del capitalismo.

En su informe anual 2024, mencionan que en muchos países se está logrando la resiliencia, después de las turbulencias que se tuvieron, sobre todo a raíz de la pandemia. Sin embargo, se presentan dos desafíos: el primero consiste en “proteger la estabilidad macroeconómica ante nuevos shocks geopolíticos, ajustes fiscales bruscos y la tarea de reencauzar la inflación hacia los niveles fijados como meta; el segundo es aprovechar la resiliencia y tener respuestas mancomunadas para el cambio climático, la digitalización y la revolución de la inteligencia artificial”.

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Y creen que se podrá hacer todo, sobre todo con la autosuficiencia que los caracteriza, al declarar, humildemente y muy orondos, que la “institución es el eje de la red mundial de seguridad financiera”. Y así les ha ido a muchos países con esta red.

Otro documento publicado a mediados de este mes en su FMI blog y cuyo título en español sería La deuda pública mundial es probablemente peor de lo que parece, contiene una serie de datos que confirman lo que muchos hemos sostenido: la mayoría de las deudas públicas de muchos países son impagables y lo único que ocurre es que los intereses crecen año tras año.

Los datos que proporcionan son escalofriantes y difíciles de entender en toda su magnitud. Para el fin de este año, el nivel de deuda mundial alcanzará los 100 billones de dólares, que representan el 93 % del Producto Interno Bruto mundial (PIB), y si sigue así, para 2030 equivaldría al 100 por ciento.

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Se indica que para algunos países será posible que su deuda disminuya, o más bien se estabilice, pero para otros no se prevé esto, los que suman más de la mitad de los miembros del FMI. Ven peligros cercanos, sobre todo por la incertidumbre que hay en muchos países en materia de política fiscal para hacer frente a la deuda, que presionará el gasto en temas fundamentales como son, según el FMI, la llamada transición verde, el envejecimiento de la población y los problemas de seguridad, entre otros.

Estiman que la deuda en riesgo varía de un país a otro y, sobre todo, con el tiempo, pero la deuda en riesgo mundial es casi 20 puntos porcentuales del PIB mayor que hace tres años. Para los países desarrollados, la deuda en riesgo a tres años se ha reducido ligeramente y estiman que se sitúe en 134 % de su PIB, mientras que para los países en desarrollo o mercados emergentes aumentó hasta significar 88% del PIB conjunto.

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Como buenos banqueros de recetas precisas, proponen varias cosas. La primera de ellas es un ajuste fiscal acumulado de entre 3 % y 4.5 % para estabilizar la deuda y reducirla. Claro, advierten que debe haber un diseño cuidadoso del ajuste fiscal, para lo cual los países tienen que reorganizar sus prioridades, reformando sus programas de prestaciones sociales, incrementando los impuestos indirectos, reduciendo la informalidad y racionalizando las elevadas masas salariales del sector público. Sin embargo, previenen que una aplicación acelerada de estas medidas requeriría subidas de tasas impositivas, inviables desde el punto de vista político, así como recortes al gasto.

Después de tantos años, siguen con las mismas propuestas, y lo único que ha pasado es que muchos países han seguido endeudándose, ya que el sistema ya no da más de sí, a pesar de los esfuerzos de muchos teóricos por “democratizar el capitalismo”, lo cual es un eufemismo. Por cierto, en el informe se menciona que, para este ejercicio, el FMI aprobó para el hemisferio occidental 33,845 millones de Derechos Especiales de Giro (DEG), de los cuales a México le otorgaron 26 mil 736 millones de DEG en una línea de crédito flexible.