“La ausencia de quien amamos es peor que la muerte y frustra la esperanza de forma más severa que la desesperación”.
Es cada vez más visible la manera en la que, a pesar de los esfuerzos, algunas instituciones de seguridad y procuración de justicia han quedado sobrepasadas por la delincuencia y el narcotráfico; pero, sobre todo, la forma en la que muchos de los criminales actúan protegidos por la impunidad y la corrupción.
Durante esta semana, las imágenes que se difundieron sobre el encuentro de un campo de adiestramiento y exterminio del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en la finca Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco estremecieron, nuevamente, a la sociedad mexicana, lo triste es que este tipo de noticias se ha hecho cada vez más constante y queda preguntarnos ¿cómo es que nos hemos vuelto tan indiferentes al dolor?, ¿por qué continuamos sin tomar acciones más eficaces contra el crimen para lograr la seguridad tan anhelada?
En un par de entrevistas algunos trabajadores aledaños aseguraron que desde hace tiempo se escuchaban voces al interior y que el exterior estaba custodiado por personas armadas, pero no habían denunciado por miedo a las represalias. Y es que, aunque se quiera negar, hay algunos municipios dominados por agrupaciones criminales y es su ley la que impera, se teme más al castigo impuesto por los delincuentes.
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Tristemente esto no es nuevo; a la noticia de Jalisco se debe aunar lo acontecido en Oaxaca en donde a inicios de este mes se encontraron nueve cuerpos al interior de un vehículo en la supercarretera Cuacnopalan-Oaxaca, los cuales podrían coincidir con reportes de jóvenes provenientes de Tlaxcala.
Hasta hace unos meses Oaxaca no se encontraba en el ojo del huracán con respecto a las cifras de desaparecidos, ya que de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Búsqueda, en un país donde se tienen 123,886 personas desaparecidas y no localizadas, sólo 746 corresponden a este paradisiaco estado; sí ha existido un aumento en temas como el narcotráfico, incluso recientemente la Secretaría de Marina-Armada de México comunicó que aseguró aproximadamente 672 kg de clorhidrato de cocaína, en las costas de Oaxaca.
Sin embargo, en apenas dos meses se ha perdido el rastro de 16 personas entre Huatulco, Zipolite y Puerto Escondido, playas que eran sinónimo de felicidad y diversión.
¿Cómo es que lograron recorrer alrededor de 400 km para abandonar los cuerpos ya en Puebla? O ¿los transportaron vivos y los mataron cerca de las inmediaciones?, aún quedan muchas incógnitas por resolver, y aunque quizá se podría apuntar a que fueron trasladados a otro estado para no contabilizarlos en Oaxaca no se puede perder de vista que fueron justo ahí donde desaparecieron.
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El número de desapariciones ha ido al alza en las últimas décadas, y si bien las instituciones y los mecanismos de seguridad han quedado rebasados se debe admitir que, han sido los propios familiares quienes, ante el dolor, la impotencia y el miedo se han unido para buscar a cientos de hijas, hijos, esposas, esposos y familiares.
A pesar del esfuerzo de los grupos de búsqueda de personas desaparecidas en esta semana la Líder de “Guerreras Buscadoras de Cajeme”, Silvia Velázquez Roledo anunció su retiro temporal al frente de este colectivo ya que su salud mental ante el crimen y la violencia ha comenzado a sufrir estragos.
El trabajo de los colectivos de búsqueda en nuestro país es sumamente demandante y en muchas ocasiones carece del apoyo institucional necesario. Pero además, en fechas recientes se ha notado un incremento en los riesgos físicos y emocionales que conllevan; además de la carencia en cuanto a sustentos económicos.
El dolor es inenarrable, es complejo poder describir la forma en la que la ausencia de un ser querido nos transforma, pero la pausa de Velázquez Roledo nos anima como sociedad porque su compromiso, amor, valentía y lucha por la verdad y la justicia, tiene que ser de todos.
