Ante el inminente despliegue de una deportación masiva de migrantes por parte de la administración de Donald Trump, hay un par de factores a considerar que tendrían un impacto devastador en las economías de Estados Unidos y México (y de más allá si se consideran otros países expulsores, tanto de Centro y Sudamérica como de otras regiones). Y es que la retórica de Trump y su equipo ya está dejando de ser propiamente un instrumento discursivo y se ha convertido en una serie de anuncios que no dejan lugar a dudas.
Es el caso del llamado ‘zar de la frontera’ Tom Homan, quien la semana pasada reiteró que la deportación de lo que él denomina “criminales” comenzará el Día Uno, cuando se estrena la nueva administración Trump. Las deportaciones masivas, al parecer, inciarán de forma gradual pues Homan dice que de arranque tienen en la mira a unas 700 mil personas con sentencias penales que deambulan “en libertad” en su país. “Desde el primer día, agentes del ICE de todo el país estarán en las calles”, dijo Homan. “Desde el principio, el presidente ha dejado claro, y yo lo he dejado claro, la prioridad desde el principio son las amenazas a la seguridad pública y las amenazas a la seguridad nacional”.
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En realidad, Homan y Trump se estarán montando en una iniciativa que podría ser catastrófica para la economía estadounidense.
De acuerdo con un análisis del banco Barclays, el repunte migratorio que se registró en Estados Unidos entre 2022 y 2024 contribuyó en gran medida al crecimiento de la economía del país, sobre todo por aumentos en la productividad y la expansión de las horas laborales.
La mano de obra de los migrantes, refiere Barclays, también contribuyó a refrescar e inclusive rejuvenecer la fuerza laboral en el país. De acuerdo con el análisis, la mano de obra de los migrantes ayudó a evitar el efecto de una menor participación en el mercado laboral de enormes segmentos de la población por jubilaciones.
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“El auge de la inmigración de 2022-24 ayudó a contrarrestar estos efectos, al menos temporalmente, inyectando un número considerable de trabajadores en edad madura (25-54 años) en la población activa estadounidense. Sin embargo, con la inmigración a punto de experimentar una notable desaceleración, el incesante arrastre se reanudaría”, dice el análisis.
Es decir, la inminente expulsión de migrantes sin papeles, inclusive de los llamados “criminales” por parte de Homan, implicaría un hueco en la fuerza laboral estadounidense.
La política migratoria de Trump también echará por la borda el esfuerzo de Joe Biden de contener la entrada de migrantes a Estados Unidos y concentrar su propia política en buscar caminos para la migración legal, como refiere un análisis del Migration Policy Institute (MPI). Asimismo, el MPI pronostica que Trump hará lo mismo el actual presidente: tirar la política migratoria de su antecesor y buscar contener la inmigración “ilegal” por medio de deportaciones.
¿Qué hará CSP?
A unas semanas de que tomó posesión en la presidencia de México, Claudia Sheinbaum Pardo ha enfrentado críticas con su postura ente las amenazas de deportaciones masivas de Trump.
Por simple aritmética, México es el país más expuesto a ello, tanto por el número de ciudadanos mexicanos en condición de migrantes sin papeles en Estados Unidos como por el muy probable retorno de una política similar a la de “Remain in Mexico” que Trump desplegó en su primer periodo presidencial, con la anuencia del actual Secretario de Economía, Marcelo Ebrard.
Sheinbaum Pardo ha intentado posicionarse como una defensora de los migrantes (“héroes sin capa”, les llama a los que envían remesas, repitiendo la misma etiqueta del expresidente Andrés Manuel López Obrador).
Sin embargo, las declaraciones de la presidenta de que México está listo para cualquier escenario ante las deportaciones masivas, lo cierto es que su postura es más bien vista como reactiva, más que proactiva.
En este sentido, Luis Ochoa, Director de Operaciones de MEXUS Migración, una firma de abogados migratorios, dice que la política migratoria de México debería no sólo atender a los miles o millones de potenciales deportados, sino “abordar los fundamentos de la inmisibilidad migratoria” en el país del norte.
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“La estrategia debe ir más allá de evitar las deportaciones, centrándose también en revisar las leyes que determinan quién puede ingresar o no a Estados Unidos. El gobierno de México tiene una oportunidad única para replantear su enfoque. La Ley de Migración de Estados Unidos”, dice Ochoa. “En particular las secciones 212(a)(9)(b) y 212(a)(9)(C), establece restricciones que no se han modificado desde 1997, lo que complica una defensa efectiva para muchas personas en esta situación. Negociar sobre estos puntos podría marcar una diferencia significativa para miles de migrantes”.
Asimismo, Ochoa que México podría abogar por “un esquema de amnistía migratoria o un programa de reunificación familiar más amplio”. Estas acciones no solo aliviarían la presión sobre los migrantes mexicanos, sino también sobre la infraestructura social y económica de las comunidades fronterizas, refiere.
Por lo pronto, las señales que ha mandado la presidenta no son suficientes para la comunidad que sigue las políticas migratorias en México y Estados Unidos y más vien hay dudas en dos aspectos: si las pláticas que ha mantenido con los miembros del equipo de Trump redundarán en la prevención de deportaciones masivas, y si hay un plan de contención para la recepción digna y reinserción a la fuerza laboral de los deportados a México.
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Una ventaja con la que cuenta México desde hace décadas es la red de consulados en Estados Unidos, más que ningún otro país. Pero a pesar de anunciar el fortalecimiento de los consulados y la contratación de más abogados para ayudar a los migrantes, expertos como Salvador Guerrero Navarro, Director de la Clínica Jurídica Alcaíde Foppa de la Universidad Iberoamericana señalan que el presupuesto destinado a estos esfuerzos es limitado y podría no ser suficiente para enfrentar una crisis migratoria.
En sí, la falta de claridad sobre cómo Trump llevará a cabo sus amenazas genera escepticismo. A pesar de que Sheinbaum Pardo dice que su gobierno está preparado, la cuestión es si hay un plan sólido del gobierno o si sólo se está responde por default a un escenario incierto.