1. La democracia representativa es un sistema político en el que existen pesos y contrapesos, pues el poder no se concentra en un solo individuo o entidad y entonces se distribuye entre varios acores instituidos que pueden o no cooperar según las circunstancias y acuerdos prevalecientes. Acorde a estos cánones democráticos, si bien el de Trump es un gobierno unitario al detentar mayoría en ambas Cámaras del Congreso, no es un poder concentrado, pues en los hechos el sistema de contrapesos podrá funcionar y contenerle, habida cuenta que la oposición demócrata perdió las elecciones, pero no fue barrida.
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2. En la Cámara de Representantes, la minoría republicana es débil, tan sólo de cinco legisladores (220 republicanos frente a 215 demócratas), y tres representantes republicanos han renunciado para fungir en el Gabinete y al no haber suplentes, pronto deberán realizarse sendas elecciones extraordinarias. La débil mayoría obligará a negociar constantemente los asuntos de interés del gobierno, pero también limita cualquier posibilidad de reformas profundas, como pudiera ser la reorientación presupuestal o derogar el acuerdo trilateral de comercio. En el Senado, la mayoría republicana es de 53 frente a 47 demócratas. Aún necesitan siete senadores para lograr una mayoría calificada.
3. En la Corte Suprema aún existen esperanzas de independencia, no obstante existir seis ministros conservadores (tres propuestos por Trump) y sólo tres ministros progresistas. La esperanza es que mantengan un enfoque de defensa de la Constitución. Pero según el centro Pew Research, el 60% de los jueces activos en las cortes de distrito fueron nominados por demócratas, frente a 40% postulados por republicanos, lo que hace que los jueces federales –que no son electos— sean un valladar, como lo prueba la suspensión inmediata de la orden ejecutiva de Trump para privar de nacionalidad a los hijos de inmigrantes ilegales nacidos en territorio estadounidense. Los gobernadores de 23 estados son demócratas, así como los alcaldes de numerosas ciudades “santuario”, quienes habrán de resistir los esfuerzos federales para deportar o imponer restricciones a migrantes. La burocracia profesional, el servicio civil de carrera, si bien Trump pretende debilitarla (contra éste van los esfuerzos de Elon Musk y el Departamento de Eficiencia Gubernamental, para destruir lo que consideran el “Estado profundo”) tiene la capacidad de resistir órdenes que considere inconstitucionales.
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4. Los medios de comunicación y las organizaciones de la sociedad civil, que son realmente existentes en los Estados Unidos, son mecanismos de control social. Pueden no importarles ahora, dado el desdén que les muestran, pero se proyectan hacia las elecciones intermedias en 2027. Indudablemente, habrá posverdad y realidades alternas, redes sociales y fake news en la red X, de Elon Musk. La sociedad seguirá polarizada, pero sólo un 2% hace la diferencia, algo que es sumamente volátil (Trump ganó con el 49% del voto popular). Esta correlación hace pensar que la situación en los Estados Unidos no será así por mucho tiempo, sino que hacia la elección intermedia podría virar, nuevamente, hacia el control constitucional mediante el gobierno dividido si los demócratas recuperan alguna de las Cámaras del Congreso, y planteando el problema de la sucesión de Trump: un alter ego republicano (quizá Musk, si sobrevive al desgaste) o un demócrata en ascenso (podría ser Gavin Newson, de California).
5. Entretanto funcionan o no los contrapesos, la economía mexicana se enfrenta a una encrucijada. La valoración de las agencias de riesgos (Moody’s y Goldman Sachs) estiman que, de aplicarse los aranceles de castigo previstos por la administración Trump, la economía mexicana retrocedería 1% según la percepción de Moody’s o entraría hasta en recesión como estima Goldman Sachs, con decrecimiento de 2 por ciento. México sería la economía más afectada en América Latina, dada la intensidad de la relación comercial y la integración productiva, si bien todo apunta a que habrá pronto un entendimiento.