Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo. Así comienza el Manifiesto Comunista. Hoy podríamos decir que un espectro se cierne sobre el mundo: el espectro del autoritarismo y todo lo negativo que conlleva.
El triunfo en Estados Unidos de un personaje amoral e imprevisible, que ha cometido delitos y seguramente ahora los verá perdonados, es la culminación de un fenómeno que lleva años gestándose en diversas partes del mundo: el ascenso de la extrema derecha, sin que las fuerzas de la socialdemocracia y lo que queda de la izquierda tradicional haya logrado hacer algo para detenerlo.
Y aquí los partidos, en particular los de centroizquierda, deben hacer una autocrítica severa pues, en última instancia, han sido responsables de la debacle que presenciamos. No han estado a la altura de las necesidades y sentimientos de sus pueblos, lo cual ha facilitado un viraje hacia la derecha que nadie habría imaginado tan rápido.
¿Cómo es posible que actualmente gobiernen la señora Meloni en Italia, el señor Orbán en Hungría o el señor Putin en Rusia? Y en nuestro continente, ¿cómo fue posible que el señor Bolsonaro gobernara Brasil o que el señor Milei esté ahora en el poder en nuestra querida Argentina?
Hoy, la polarización es el tema que la derecha ha sabido utilizar con éxito, mientras que los gobiernos socialdemócratas en Europa han fallado al responder. Los conceptos de “derecha” e “izquierda” se han vuelto difusos, y muchas poblaciones prefieren a líderes autoritarios que consideran capaces de “guiar” a sus países, aún si eso implica transgredir derechos y desmantelar conquistas democráticas, como la defensa del aborto y la protección a los migrantes.
Sin duda, la pandemia fue uno de los principales aceleradores de esta transformación. A ello se suman la inflación y uno de los grandes temas: la inmigración, que la derecha ha sabido explotar muy bien y con mucho éxito acusándolos, en muchos países injustamente, como delincuentes y no como seres humanos que lo único que buscan es una mejor vida.
Aunada a estas circunstancias tenemos la invasión de Rusia a Ucrania, donde el triunfo del señor Trump será celebrado por su impresentable presidente. Imagino también que el señor Netanyahu contará con todo el apoyo del gobierno estadounidense en la ofensiva que lleva a cabo en Gaza, expandiendo el conflicto hacia los países vecinos y acercándonos peligrosamente a una conflagración que costaría miles de vidas humanas.
Muchos tienen la esperanza de que el denominado Sur Global pueda poner un límite a esta amenaza avasalladora. Sin embargo, dentro de este bloque también hay conflictos, como el recelo entre dos de sus principales potencias: la República Popular China y la India.
Para nuestro país vienen tiempos difíciles ante un personaje que nos ha tratado como delincuentes, que promete expulsar a millones de migrantes, imponer aranceles a productos chinos, empezando por los automóviles, y calificar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas con el propósito de realizar operaciones militares en nuestro territorio. Y, en medio de todo esto, se avecina una revisión del T-MEC.
Si bien sabemos que muchas de estas amenazas no se cumplen, estamos en uno de los peores momentos de nuestra relación con el vecino del norte. Será necesario hilar muy fino, maniobrar con gran precisión, para defender los intereses nacionales y, sobre todo, nuestra soberanía.
Son tiempos oscuros en el mundo entero, y tanto Europa como el Sur Global deberán implementar una política que ponga en el centro los valores de la democracia y la paz. Además, la izquierda mundial tiene la gran responsabilidad de reconocer sus errores y de plantear una forma de gobierno que sea creíble para sus pueblos con base en los valores democráticos que siempre han defendido.