El gobierno de Claudia Sheinbaum subestima el tsunami que se avecina con el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca. Cree que, con diálogo y demostrando con datos duros los beneficios que aportan los mexicanos, Trump entrará en razón. Ojalá fuera así de fácil. Deportaciones masivas, imposición de ominosos aranceles, incursiones militares unilaterales no son imaginaciones de paranoicos. Son promesas de campaña que cumplirá prácticamente sin contrapesos. Prepararse para poder proteger a los inmigrantes y reducir el daño a la soberanía nacional e integridad territorial, implica una estrategia de negociación realista, con inevitables concesiones y líneas rojas, ejecutada por un equipo de profesionales con experiencia. En ausencia de esto, la presidenta corre el riesgo de ser rebasada por Trump con peores modales que los que usó para doblegar a Marcelo Ebrard. Evidenciado está el desdén que siente por las mujeres en posiciones de poder.
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Analistas consultados en Washington vislumbran dos escenarios posibles. El menos malo implica flexibilizar la rígida posición principista de no intervención que choca con la mentalidad halcón del trumpismo. El gobierno de Sheinbaum, “debe estar listo a archivar la Doctrina Estrada y capitular ante un vecino del norte enormemente más poderoso”, me dijo John Feeley, embajador en retiro y conocedor de México donde se desempeñó como Jefe de Cancillería en la Embajada de Estados Unidos (2009-2012). Si yo fuera su equipo, “estaría trazando una lista de concesiones sobre migración y temas de procuración de justicia para calmar al equipo de seguridad nacional halcón de Trump con la esperanza de que una capitulación preventiva en esos temas aminore la amenaza de aranceles de Trump”.
El peor escenario es lo que vociferó el propio Trump durante la campaña: cierre de la frontera, construcción del muro, freno al trámite de las peticiones de asilo, deportaciones masivas de inmigrantes no delincuentes, imposición de aranceles de forma generalizada hasta del 100% e incursiones militares unilaterales contra los carteles. “Para quienes sugieren que todo esto es una exageración y que Trump está blofeando, recomiendo vean su desempeño en el pasado y el perfil de su gabinete. Los analistas mexicanos que hallan consuelo diciendo que los ladridos de Trump son más fuertes que sus mordidas, deberían prepararse para una horrenda mordedura”, advirtió Feeley.
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Por su parte, Ryan Berg, director para las Américas del Centro de Estudios Estratégicos de Internacionales, también advierte que no es buena idea “insistir en el tema de la soberanía porque probablemente inflamará tensiones y dará a Trump la idea de que México no tiene deseos de cooperar”. El analista consideró que lo mejor para México es prepararse para llegar a la mesa de negociaciones con ofrecimientos concretos sobre migración, seguridad y comercio. Sugiere buscar un acuerdo para juntos “sustituir la influencia china” y hacer que México deje de ser la puerta trasera de productos chinos. Estimó contraproducente la advertencia de Ebrard de responder a la amenaza de alza de aranceles con alzas recíprocas en las importaciones estadounidenses. “Desataría un espiral de ojo por ojo diente por diente que dañaría severamente la integración económica de América del Norte”.
El nombramiento para secretario de Estado del senador Marco Rubio, quien a diferencia del grueso de los nominados de Trump sí conoce los temas de la cartera que estará a su cargo, no es ningún aliciente. En efecto, ha dicho en el pasado que los operativos militares solo se harán con la anuncia del gobierno mexicano. Sin embargo, Feeley prevé que su pensamiento “evolucionará” para alinearse a la posición halcón del congresista Mike Waltz, el exmiembro de las Fuerzas Especiales del Ejército Boinas Verdes que Trump nombró su asesor de Seguridad Nacional. Waltz es el coautor de un proyecto de ley para autorizar al presidente a usar la fuerza militar para atacar unilateralmente a los carteles del fentanilo.
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Desde la mañanera, Sheinbaum insiste en que no hay de que preocuparse pues su gobierno tiene una “estrategia” para resolver la “problemática” de Trump con coordinación no subordinación. Parece no darse cuenta de que no hay escenario óptimo a la vista. Solo malo y más malo. El malo implica lo que Feeley llama “capitulación preventiva” y el más malo la violación de la integridad territorial con ataques militares no consentidos. El gobierno debe ser realista y reconocer que lo más probable es que tenga que hacer concesiones para evitar un peor mayor. Debe definir claramente las acciones que son líneas rojas como la intervención militar y enviar el mensaje a Trump de que cruzarlas llevarían al rompimiento de relaciones.
@DoliaEstevez