Coches bomba en México: una preocupante realidad

23 de Diciembre de 2024

Pablo Reinah
Pablo Reinah
Periodista con 28 años de experiencia en televisión, radio y medios impresos. Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2001, ha trabajado en Televisa, Grupo Imagen y actualmente conduce el noticiero meridiano en UNOTV. Ha colaborado en medios como Más por Más, Excélsior y Newsweek. Es autor del libro El Caso Florence Cassez, mi testimonio y asesor en medios de comunicación.

Coches bomba en México: una preocupante realidad

Pablo Reinah columnista

En el tema de los coches bomba, nuestras autoridades de seguridad están más preocupadas en el “cómo” que en el “por qué”.

México enfrenta una creciente ola de violencia que ha tomado un giro aún más letal: los coches bomba. El uso de estos artefactos explosivos no es una novedad en el ámbito internacional, pero su aparición en diversas regiones del país —principalmente en Guanajuato, Sinaloa y otras entidades dominadas por el crimen organizado— marca un punto de inflexión en la estrategia de los grupos criminales. Estos atentados no sólo desafían a la seguridad pública, sino que envían un claro mensaje de poder y control territorial, evidenciando la fragilidad del Estado.

En los últimos meses, los coches bomba se han convertido en una herramienta recurrente del narcotráfico. Estos artefactos, usualmente escondidos en vehículos, buscan no solo generar terror, sino demostrar la capacidad de los criminales para llevar la violencia a un nivel más sofisticado. Un caso reciente en Guanajuato es revelador: antes de la explosión de dos coches bomba, los narcotraficantes enviaron amenazas directas a las autoridades. No es un hecho aislado, sino parte de una estrategia más amplia para desafiar a las fuerzas de seguridad y demostrar que, en muchos casos, el control de las calles lo tienen los criminales, no el Estado.

›Lo más preocupante es que esta nueva modalidad de ataque pone en evidencia la incapacidad del gobierno para anticipar y neutralizar estos riesgos. Los coches bomba, al ser dispositivos de destrucción masiva, son una manifestación de la creciente sofisticación de los grupos criminales. Las autoridades, aunque insisten en que no hay un aumento exponencial de este tipo de ataques, no pueden negar que los recientes estallidos en Sinaloa y Guanajuato han puesto a prueba los límites de la seguridad pública y la protección ciudadana.

En este contexto, la violencia se ha profesionalizado. Mientras que antes los grupos criminales recurrían principalmente a armas de fuego, ahora emplean coches bomba como una estrategia más compleja, diseñada para sembrar caos y miedo a gran escala. La tragedia reciente en Culiacán, donde se temió una explosión de coches bomba, pone de manifiesto la posibilidad aterradora de que este tipo de atentados se conviertan en la nueva modalidad del crimen organizado para marcar territorio y enviar mensajes tanto a la sociedad como al gobierno.

El manejo de la crisis por parte de las autoridades ha sido contradictorio. El secretario de Seguridad en Sinaloa, Cristóbal Castañeda, reduce el incidente a un simple incendio.

México se encuentra en una nueva etapa en la lucha contra el narcotráfico, y los coches bomba podrían ser un aviso de que los tiempos y las formas han cambiado. Si las autoridades no actúan con rapidez, inteligencia y estrategia, lo que sigue podría ser aún más devastador.

Los ciudadanos, atrapados entre la violencia de los cárteles, siguen siendo las principales víctimas de un conflicto que no parece tener fin en regiones de Guanajuato, Sinaloa y Michoacán. La pregunta es clara: ¿quién tiene el control de las calles?