Club de las 5 am

3 de Marzo de 2025

José Ángel Santiago Ábrego
José Ángel Santiago Ábrego
Licenciado en Derecho por el ITAM y socio de SAI, Derecho & Economía, especializado en litigio administrativo, competencia económica y sectores regulados. Ha sido reconocido por Chambers and Partners Latin America durante nueve años consecutivos y figura en la lista de “Leading individuals” de Legal 500 desde 2019. Es Presidente de la Asociación Nacional de Abogados de Empresa y consejero del Consejo General de la Abogacía Mexicana. Ha sido profesor de amparo en el ITAM. Esta columna refleja su opinión personal.

Club de las 5 am

José Ángel Santiago Ábrego

Escribo estas líneas en viernes por la tarde, con la última energía que conservo. Curiosamente es mucha, y no observo que la intensa semana (que incluyó, de sol a sol, entregas en plazos reducidos, peticiones urgentes y presencia constante en muy diversos compromisos) haya mermado un ápice mi capacidad de pensar, procesar y expresar.

›No siempre fue así. Hace algunos años, mi experiencia constante comprendía no sólo agotamiento y ansiedad, sino una intensa niebla mental que me hacía invertir grandes cantidades de esfuerzo para resultados cotidianos. Hoy es diferente, y en este acto de consciencia me nace compartirles cómo es que he ido progresivamente consiguiendo más y mejor energía.

Creo que los grandes cambios de conducta no suelen funcionar. Quizás, porque es naturaleza humana resistirse a la tiranía, incluso si esta proviene de uno mismo. Cuando uno percibe que ha perdido libertad, lo natural es rebelarse y, por ello, con cambios abruptos tarde o temprano terminamos boicoteando nuestros planes.

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En mi experiencia, son los pequeños ajustes los que tienen el potencial de tener resultados sólidos y duraderos. Pequeñas conductas repetidas día tras día se convierten, a la postre, en hábitos. Y esto es importante porque somos esos hábitos.

A continuación, menciono los hábitos que han tenido un mayor impacto para mí. Si bien los adopté con la intención de conseguir un mejor funcionamiento de mis procesos cerebrales, lo cierto es que también han impactado colateralmente en mi salud física y emocional:

1. Meditación (al menos 20 minutos al día). Según la neurociencia, la meditación fortalece la corteza prefrontal (encargada del razonamiento) y el hipocampo (encargado de la memoria), reduce la actividad de la amígdala (encargada del miedo y la ansiedad) e impacta positivamente en la corteza cingulada anterior y la ínsula (encargados del autocontrol y la empatía). Con el tiempo, esta práctica contribuye a la disminución del incesante parloteo mental, a estar más consciente de nuestros pensamientos y emociones y, en definitiva, a un menor cansancio mental.


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2. Ejercicio (al menos 20 minutos al día). Según los que saben, el ejercicio aeróbico no sólo contribuye a mantener un sano nivel de intensidad a lo largo del día, sino que provoca la liberación de sustancias cerebrales que mejoran el estado emocional: endorfinas (que nos dan sensación de bienestar), dopamina (que nos da sensación de motivación y recompensa), serotonina (con la correspondiente reducción de la ansiedad), noradrenalina (que implica mayor resistencia al estrés) y endocannabinoides (la sustancia del bienestar, la calma y la euforia).

3. Lectura (al menos 20 minutos al día). No se trata de leer rápido. Se trata del efecto acumulado a lo largo de los días, incluso si se lee poco. No solo es sorprendente lo que somos capaces de aprender en un año, sino observar cómo poco a poco mejora la memoria y la concentración. A la postre, este simple hábito fortalece la capacidad de análisis debido al aumento de la conectividad cerebral.

Estos hábitos son precisamente los recomendados en el best seller El club de las 5 de la mañana, de Robin Sharma. Y, como su nombre lo indica, suelen ir acompañados del hábito de despertar temprano (idealmente a las 5 am) para dedicar la primera hora del día a materializarlos.