Soy hijo de la capital de mi país. Nací en la hermosa colonia Roma. Mis añorados días de infancia, transcurrieron en la colonia Hipódromo. Ahí crecí junto a amigos como Luis Miguel Aguilar Camin, las bicicletas que alquilábamos a Don Hilario, las bellísimas fuentes del Parque México, y su gran redondel, donde se jugaban los mejores partidos de futbol. Ese era un México entrañable. Soy de aquella generación en la qué todavía nos referimos de pronto a la capital, como: ¡EL DF! Cuestión de edades. La realidad es que vivir en una urbe como esta, es en muchos sentidos, un privilegio. La ciudad es junto con Londres, la de más museos en el mundo. Es también, Cuna de la primera universidad del continente, poseedora de una gastronomía extraordinaria… en fin! Es como decía el compositor Guadalupe Trigo: “La cuna de un niño dormido”.
Pero como toda gran ciudad tiene retos formidables. Yo destacaría uno en particular: la seguridad. Solemos ser muy críticos con los funcionarios, con los empleados del gobierno.
Criticamos - y muchas veces con razón - el comportamiento de los servidores públicos, e instituciones. Yo hoy me detendría en una en particular: La Policía. No voy a extender un cheque en blanco, sin embargo, tenemos que reconocer que miles de ellas y ellos, diario se juegan la vida en su responsabilidad.
Y habría que agregar, que están todavía lejos de ganar los sueldos que perciben policías de otros países de economía similar a la nuestra. Hoy el reto del país en su conjunto, está todavía lejos de darle la vuelta al tema de la inseguridad. JUEGO NUEVO… BARAJA NUEVA. Los responsables de la seguridad a nivel federal y de la capital, están estrenándose en esta responsabilidad. Ya han dado muestras de que van en serio. Valdría la pena brindarles un voto de confianza. Finalmente, es un tema que nos preocupa a muchos. Particularmente a quienes somos hijos de esta maravillosa ciudad!