Hace más de seis años, a unos cinco meses de la elección presidencial de 2018, publiqué un artículo titulado: Diez razones para votar por AMLO.
Resaltaba que era el político más congruente entre lo que dice y lo que hace, y nunca perdió su identidad cuando negoció ni se sometió ante nadie.
Aseguré que era el aspirante con más conocimiento de nuestra historia, con una visión de Estado capaz de fijar la agenda política del país, y el político más preparado y con agallas para confrontar a la derecha y la política avasalladora de Estados Unidos.
Hoy, al término de un sexenio de profundas transformaciones, puedo decir que no me equivoqué, pero si me quedé corto porque Andrés Manuel López Obrador pasó a ser un parteaguas como presidente de México.
Un presidente que hizo historia al cumplir, pese a una oposición hipócrita y tramposa que quiso meterle el pie permanentemente en el 99% de sus promesas.
No siguió el camino trillado de siempre; hubo un cambio profundo en la política económica, y sus logros no tienen precedente.
En su sexenio se crearon más de 2.4 millones de nuevos empleos formales, para llegar a 22.49 millones de trabajadores inscritos en el IMSS.
El salario promedio de estos trabajadores pasó de poco más de 9,000 pesos a 17,691 pesos mensuales, cifra récord en el país..
Disminuyó la tasa de desempleo a 2.71%, la segunda más baja del mundo. El peso mexicano fue la segunda moneda del mundo que más se fortaleció frente al dólar, con una ganancia del 3.3%, y no hubo devaluación, algo que había sido una constante en la historia de México.
Los ingresos tributarios alcanzaron un récord histórico de más de 4.5 billones de pesos y, a septiembre de 2024, se registra un incremento del 5.1% respecto al año anterior.
Reformó la Constitución para cancelar la condonación de impuestos, sobre todo a los grandes contribuyentes evasores, lo que generó un ahorro equivalente al costo del Tren Maya.
Volteó a ver al sureste y construyó una infraestructura que permitirá su desarrollo.
En turismo, México subió del séptimo al sexto lugar mundial, con 41.95 millones de turistas internacionales y 30.7 mmdd en ingresos.
El crecimiento económico aumentó 4.5% desde el último trimestre de 2018, y la inversión extranjera alcanzó un récord histórico, posicionando a México como el principal socio comercial de Estados Unidos.
Sacó a 9.5 millones de mexicanos de la pobreza, gracias a los programas del bienestar que permitieron combatir la desigualdad.
Por lo que hizo realidad su frase: “por el bien de todos, primero los pobres”.
Propuso y logró la aprobación, contra toda la oposición de la derecha local y extranjera, de la Reforma al Poder Judicial, para que la justicia se imparta por igual a todos los mexicanos.
Hoy, con una aprobación inédita del 80%, López Obrador se retiró de la política con la satisfacción de haber cumplido lo que prometió, y modificó la conciencia colectiva al lograr que las y los mexicanos tomaran conciencia del daño que el neoliberalismo les causó y la importancia de cerrarle el paso a la oligarquía que lo impulsa.
Su legado será recordado por las futuras generaciones al igual que el del expresidente de Uruguay, José Mujica, porque, como dije hace seis años, AMLO concibe a la política como una pasión creadora para mejorar la suerte de los demás y no como una profesión para lucrar con el poder. ¡Gracias por todo Andrés Manuel!
