OnlyFans, o cómo ser trabajadora sexual en tiempos de internet

20 de Diciembre de 2024

OnlyFans, o cómo ser trabajadora sexual en tiempos de internet

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La pandemia, la violencia, las condiciones económicas, pero también la plena decisión han llevado a un sector de jóvenes a enrolarse en el trabajo sexual desde un lugar poco común: la virtualidad

Camelia, Nico y Lamy no rebasan los 30 años de edad, y aunque sus personalidades y contextos son diversos, sus caminos tienen un punto de encuentro: son personas trabajadoras sexuales y la plataforma que usan es OnlyFans, una página donde el contenido que se puede hallar es variado, pero entre las personas que ejercen el trabajo sexual se convirtió en la más popular.

Todo ese material creado durante varias horas está disponible casi con inmediatez para las personas suscritas directamente al perfil de los creadores o bien, que pueden sólo pagar por aquel que les atrae.

Sin importar la hora, el lugar o el idioma, solo se requiere de conexión a internet y de una tarjeta bancaria para acceder al contenido. Estas son las nuevas condiciones y reglas del trabajo sexual.

“Hace como dos años yo vendía fotos o las intercambiaba por comida, por regalos, por pan dulce, jajaja. Era una relación de intercambio no necesariamente monetario, pero pues era trabajo sexual” dice a ejecentral Camelia.

Fue hasta que llegó a España para hacer una maestría cuando las condiciones económicas la llevaron a pensar como algo serio abrir su página en OnlyFans.

“Dije ‘voy a abrirlo’, porque la verdad es que el varo si me hacía falta”, recuerda en entrevista para este periódico.

Un tripié prestado, una lámpara de mesa y una mascada que diera el efecto de tener distintos colores de luces fueron las herramientas de Camelia para aventurarse al mundo de onlyfansera. Fotos y videos de contenido sexual, así como sesiones de videollamadas que cuestan un dólar por minuto componen el catálogo de servicios de la joven tesista.

Los ingresos de Camelia son de entre 280 y 320 dólares mensuales (cinco mil 500 a seis mil 400 pesos mexicanos), con los que paga una parte de los gastos del departamento que actualmente comparte con su novio.

Cincuenta millones de usuarios

La llegada de Camelia a OnlyFans coincidió con el boom de la plataforma, provocado por la pandemia que llevó a millones al confinamiento. Así, el sitio creado por Tim Stokely pasó en 2019 de tener siete millones de cuentas a 50 millones de usuarios en 2020, de acuerdo con cifras de Variety.

OnlyFans se convirtió en el sitio más popular y eso se reflejó en sus números. T. Stokely, director de operaciones y hermano del creador, dijo en mayo de 2020 que la plataforma estaba ganando entre siete mil y ocho mil nuevos creadores de contenido por día.

La plataforma no sólo es popular entre las personas trabajadoras sexuales por su alcance, sino que sus políticas permiten a quienes generan contenido mantener su anonimato al no revelar su nombre real y el pago puede hacerse sin proporcionar al cliente datos bancarios que permitan rastrear la identidad de quien cobra ese dinero.

Sin embargo, el sitio tiene también una serie de desventajas, por ejemplo cobra el 20% de comisión a las personas que la usan para crear contenido; es decir, si generas 100 dólares en ventas, la página te quita 20.

Además no puedes usar siempre PayPal para recibir pagos, pues si esa aplicación detecta que recibes mucho dinero en distintas transacciones te bloquea de forma inmediata.

Otro detalle es que dependiendo del país, el sistema financiero retiene tu dinero por cierto periodo. En México son 21 días, en España siete, y entonces si en ese periodo OnlyFans te suspende la cuenta, ya no recibes nada”, cuenta Camelia.

Los motivos por los que el sitio de Tim Stokely puede bloquearte como creador de contenido son diversos y van desde subir material de desnudos que hayan sido tomados en lugares públicos, exposición de menores y mostrar sangre aunque sea menstrual.

Violencia en la virtualidad

Los riesgos más serios de la plataforma son la violencia digital a la que se exponen las personas trabajadoras sexuales. “Hay personas a las que les han impreso sus fotos y las han puesto en sus lugares de trabajo o que las han amenazado con difundir sus fotografías”, dice Camelia.

Aunque la plataforma prohíbe tomar video o captura de pantalla del contenido, no hay forma de evitar que eso ocurra y entonces ese material podría terminar en páginas de internet y redes sociales sin que las personas que lo crearon tengan idea.

Sin embargo, Lamy, un joven que también es trabajador sexual, considera que es inevitable que eso ocurra, pero ve un beneficio sobre ello.

Me beneficia porque más gente conoce sobre mí y más gente indaga sobre mí y si les gusta mi contenido me van a buscar. Te tienes que mentalizar sabiendo que vas a compartir tus partes más íntimas, aunque OnlyFans no sólo es para eso, pero en mi caso si tienes que mentalizarte que ese contenido lo puede ver cualquiera”, dice.

De acuerdo con el informe de la organización Chidas en Línea, las violencias digitales que más afectan a las adolescentes en México son el acoso, que representa el 18% del total; le siguen las expresiones discriminatorias con un 14%; las campañas de desprestigio, el acceso y control no autorizado y las amenazas representaron el 7% cada uno y la difusión de contenido íntimo sin consentimiento en 3 por ciento.

“Lo que yo hago es poner mi propia marca de agua, pero al final es algo sobre lo que no tienes mucho control, porque a veces puedes denunciar con OnlyFans como ‘oye, se están robando mi contenido’, pero al final es como ‘ok’ y ya”, dice Nico, un hombre trans de casi 20 años que hace apenas unos meses comenzó a incursionar como trabajador sexual.

Pese a la existencia de la Ley Olimpia, que condena la difusión de material íntimo sin consentimiento, las personas que se dedican al trabajo sexual se enfrentan a un limbo jurídico y de estigma social, pues la actividad no está regulada ni reconocida por las leyes mexicanas —lo que de principio excluye a las personas de gozar derechos laborales—, y por otra parte las y los trabajadores sexuales no quieren ser condenados socialmente por su actividad.

“Para mi fue un asunto que me daba mucho terror como la idea de que se enteren, pero la verdad es que mi círculo de apoyo, mis hermanos, mis amigos, siempre han sido muy como de ‘ok, haz lo que consideres necesario, tienes todo nuestro apoyo’, y eso ha sido muy bueno, como tener ese colchoncito”, cuenta Nico, quien muy joven fue echado de casa por problemas familiares, aunque el detonante fue que sus padres supieron que era un trabajador sexual.

Camelia cuenta a este semanario que en foros de Reddit hay trabajadoras sexuales organizadas de forma virtual que advierten de clientes groseros, violentos o que son scammers, es decir, defraudadores, que cuando se les da el contenido desconocen el monto pagado ante sus bancos, entonces recuperan su dinero, y las trabajadoras pierden ese ingreso.

Comodidad

Camelia, Nico y Lamy pasan entre tres y seis horas de su día creando contenido, tomándose fotos, videos y atendiendo a sus clientes, y aunque no están ocho horas diarias en una oficina, consideran que lo que hacen para generar dinero es trabajo y se posicionan contra los discursos que señalan su labor como explotación.

Si en el trabajo sexual se dice que no es trabajo porque es explotación, entonces ¿por qué otro tipo de trabajos sí son considerados trabajos cuando también ejercen una explotación territorial y corporal? Entonces, ¿por qué la maquila se considera un trabajo digno y el trabajo sexual no?, viene de los juicios morales sobre la sexualidad”, sostiene Camelia, cuya tesina de la maestría habla precisamente del trabajo sexual virtual.

Tanto Camelia como Nico y Lamy coinciden en que existen marcadas diferencias entre el trabajo sexual que es virtual y el presencial, porque en el primero gozas de algunos privilegios y ventajas.

Simplemente el hecho de tener la computadora, que el internet, que la tarjeta para vincularla al OnlyFans, promocionarlo en Twitter o Instagram. Incluso en los niveles de diferentes trabajos sexuales yo si estoy en una posición de privilegio donde puedo decir ‘ok, mi comodidad llega hasta aquí y entonces voy a vender fotografías y videos, pero no voy a hacer nada presencial ni videollamadas’ y siento que esa habilidad de poder decir ‘aquí está mi línea’ sigue siendo un privilegio a pesar de que debería ser algo básico para les (hablando en lenguaje neutro) trabajadores sexuales; aún así siento que sigue siendo un privilegio”, señala Nico al enumerar las herramientas necesarias y básicas para comenzar en la plataforma y que sabe no están al alcance de todas las personas dedicadas al trabajo sexual.

Para Lamy el trabajo de sexo servicio virtual es una protección contra clientes violentos o de los que no cuenta con información para asegurar que su salud no se verá vulnerada; pero es una posibilidad que no está al alcance de todas las personas que ejercen esta actividad.

Y para Camelia es algo todavía más simple: “Me gusta, me siento bien, las reglas las pongo yo, o sea yo digo ‘esto lo puedo hacer y esto no’. El parámetro es mi comodidad”. Se despide, dice, porque es hora de retomar su tesina.