Ómicron, la contagiosa nueva variante de preocupación del coronavirus SARS-CoV-2, pertenece a lo que se conoce como una “nueva familia antigénica”; lo que significa que, para combatirla nuestro sistema inmunológico requiere de anticuerpos diferentes a los que usa contra la familia a la que pertenecen la variantes anteriores.
Este hecho, descubierto por investigadores de diversas instituciones de Países Bajos y Estados Unidos, quiere decir que es necesario hacer vacunas específicas para esta nueva familia, como se hace con las distintas familias de influenza cada año.
Para tener una idea de lo diferente que es Ómicron, considérese que las variantes Alfa, Beta, Gamma y Delta tienen entre siete y 12 mutaciones en la proteína espiga (S), mientras que el nuevo linaje tiene 32; además, quince de las mutaciones en la proteína S de Ómicron están ubicadas en la zona en la que ésta se une a las células humanas, que es el “sitio antigénico más importante de S”, es decir, contra el que más se generan anticuerpos.
Esta diferencia es la que hace que Ómicron sea capaz de evadir casi por completo la inmunidad previa.
Los investigadores midieron que la variante ancestral y Alfa se encuentran en lo que se conoce como la misma unidad antigénica, mientras que Beta, Gamma y Delta se distancian hasta dos unidades antigénicas del virus ancestral; pero Ómicron se encuentra a cinco unidades antigénicas de distancia.
Con los virus de influenza, se considera que las variantes son antigénicamente distintas por arriba de tres unidades, por lo que los investigadores sugieren hacer nuevas vacunas con base en Ómicron, no sólo para ella, también para futuras variantes.