Desde hace tiempo se sabe que, tratándose de roedores, los impulsos agresivos masculinos se bloquean cuando huelen las lágrimas femeninas, y que no son el único grupo animal en que esto sucede; ahora, una investigación demostró que los seres humanos también tienen este mecanismo conductual.
La investigación, publicada hoy en la revista PLOS Biology, detectó primero que los humanos tenemos detectores olfativos que reaccionan a alguna de las sustancias de las lágrimas, de los 62 receptores distintos que probaron en el laboratorio (se calculas que tenemos 350 detectores diferentes), cuatro reaccionaron de manera distinta de la reacción a una simple solución salina y dependiente de la dosis a las “lágrimas emocionales”.
También analizaron por medio de resonancia magnética funcional los cerebros de los hombres que participaron y encontraron que olfatear las lágrimas “se asocia con una notable reducción del 43,7% en el comportamiento agresivo”. Cabe añadir que los sujetos no reportan percibir olor alguno, ni en el caso de la solución salin ni en el de las lágrimas.
Cómo participan en las interacciones sociales
Si bien el equipo de investigación, formado por personal del Instituto Weizmann de Ciencias en Israel y la Universidad de Duke en Estados Undos, reconoce que “no examinó los aspectos ecológicos de este efecto”, si aventura algunas especulaciones sobre la posible relevancia de la quimiodetección de lágrimas en el comportamiento humano.
En particular, destacan que el llanto “ocurre a menudo en interacciones muy cercanas, hasta el punto de que ‘besar las mejillas llenas de lágrimas’ es un tema recurrente en todas las culturas”.
“Además –agregan–, aunque sólo analizamos lágrimas de mujeres donantes, especulamos que todas las lágrimas tendrían un efecto similar. Esto se vuelve particularmente relevante desde el punto de vista ecológico con las lágrimas infantiles, ya que los bebés carecen de herramientas verbales para frenar la agresión contra ellos y, por lo tanto, es más probable que dependan de señales químicas”.
Una limitante importante del estudio es que no probaron el efecto de oler lágrimas en mujeres, y no lo hicieron por falta de recursos, ya que hicieron al menos 125 sesiones de donación “en las que recolectamos más de 160 mililitros de lágrimas emocionales”, y por cada medición utilizaban 1.5 mililitros por participante.
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