La crisis de los niños migrantes que buscan llegar a Estados Unidos no sólo está en la frontera norte de México. En el sur, el número de menores migrantes se disparó nueve veces en el primer trimestre de este año.
A principios de este año —cuando arreciaba la segunda ola de la Covid-19— el número de menores migrantes que se concentraban en la frontera sur de México era de 380, pero en tres meses esa cifra alcanzó los 3 mil 500, de acuerdo con datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
“Estos niños llegan después de peligrosos viajes de hasta dos meses, solos, agotados y con miedo. A cada paso corren el riesgo de ser víctimas de la violencia y la explotación, del reclutamiento por parte de las bandas y de la trata, que se ha triplicado en los últimos 15 años”, alertó la directora del organismo Henrietta Fore.
Unicef indicó que en los albergues para migrantes en la frontera sur, los niños representan un 30% de los ocupantes, quienes al igual que los adultos viajan debido a la pobreza, violencia y falta de oportunidades en sus países.
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU estima diez millones de personas en El Salvador, Guatemala y Honduras —el 30% de la población total de esos tres países— necesita ayuda humanitaria para sobrevivir, lo que representa una de las razones de mayor peso que obligan a los niños a abandonar sus países.
Cálculos de Naciones Unidas enfatizan que la mitad de los menores migrantes viajan solos, lo que supone la mayor proporción jamás registrada en México, que se ha convertido en un sitio de origen, tránsito y retorno para estos niños, niñas y adolescentes migrantes que provienen en su mayoría de Honduras, Guatemala, El Salvador y el propio México.
“La comunidad mundial no puede hacer la vista gorda. Tampoco podemos esperar a que desaparezcan las causas fundamentales de la migración. Los niños necesitan nuestro apoyo ahora, tanto dentro de estos países como a través de las fronteras”, destacó Henrietta Fore.