La ola de calor que se vive actualmente en México es atípica, pero esperada, pues el cambio climático genera más fenómenos extremos, señalaron investigadores del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM en conferencia de prensa esta mañana, y podría repetirse un fenómeno similar a principios de julio.
De acuerdo con Graciela Raga, históricamente los meses con mayor número de olas de calor son abril y mayo, y en mucho menor medida marzo y junio. Además, según un análisis de estos fenómenos desde 1880 hasta 2005 en la Ciudad de México, las olas de calor duran entre tres y seis días, pero se prevé que la presente ola dure entre 10 y 15 días, señaló por su parte Víctor Torres.
Raga agregó que el número de olas de calor que se producen por década ha ido en aumento, según un estudio hecho por Ernesto Jáuregui; así, mientras en las cuatro décadas de 1877 a 1920 se produjeron tan sólo dos olas de calor por década, en la de 1991 a 2000 fueron 17.
Sin embargo, a pesar de ser poco usual no es sorpresiva, ya que desde mayo se vieron condiciones que suelen anteceder a las olas de calor, en particular los suelos secos, y, según el último boletín del monitor de sequía en México, el 33.5 % del territorio experimentó sequía de moderada a extrema, en especial el centro del país y Sinaloa.
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Torres agrega que en las últimas semanas ha habido pocas nubes sobre México, lo que aumentó la cantidad de radiación solar que llega a la tierra. El mismo investigador comenta que se prevé que la ola de calor dure entre 10 y 15 días y que será interrumpida por la época de lluvias, pero añade que es posible que haya otra ola a principios de julio.
A lo anterior se suma el probable inicio del fenómeno El Niño (para declararlo iniciado tienen que pasar más semanas), que aumenta la temperatura del Océano Pacífico y que ha sido responsable de algunos de los picos de calor más altos, como los de 1982 o 2015.
Para los investigadores, el fenómeno actual es atípico, pero, dada la existencia del cambio climático, no es sorprendente. Raga considera que entre los principales riesgos que conlleva están las afectaciones a la salud —que pueden prevenirse siguiendo las indicaciones del Cenapred—, y el aumento en los incendios, que están siendo excepcionalmente numerosos para un mes de junio.
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