“Ojalá un día si se vaya el cochino Covid”

18 de Noviembre de 2024

“Ojalá un día si se vaya el cochino Covid”

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Estos son, en sus palabras, los testimonios de tres niños en edad escolar ante la nueva realidad que ha impuesto la pandemia de Covid-19

Las infancias, por ahora, resisten tras una pantalla. Han incorporado a su lenguaje la pandemia, entienden qué es un semáforo epidemiológico y han sumado a su cotidianidad medidas de higiene que antes eran impensables. Cada uno resiente el confinamiento, el tiempo de juegos fuera de casa se ha reducido, el contacto con amigos es mínimo o inexistente, y su vida escolar se reduce a palpar una computadora, Tablet o celular. Estos son, en sus palabras, los testimonios de tres niños en edad escolar.

“Yo creo que ya no volveremos”

Iker tiene ocho años, asistía a una primaria en Chalco, Estado de México, pero desde marzo no está en un salón de clases. En casa pasó del segundo al tercer grado de primaria.

“Lo que más extraño de la escuela es la comida de la cooperativa. Doña Tere preparaba unos taquitos de papa muy buenos, mejores que los de mi mamá. También quisiera volver a ver a mis amigos y jugar fut. Las clases no las extraño tanto, mi maestra de segundo y el de ahora son muy regañones; yo creo que a ellos tampoco les gustan las clases en la compu.

“Yo creo que ya no volveremos a la escuela, yo en la tele vi que un señor decía que íbamos a volver cuando estuviéramos en verde, pero yo veo que siempre estamos en naranja, yo creo que nunca vamos a cambiar de color”.

“Se hizo más visible la pobreza”

Se llama Esperanza, y desde hace 10 años es maestra de primaria por la zona de Coacalco, estado de México. Ahora, además de dar clases todos los días, tiene que dividir su tiempo para acompañar a su hija de cinco años en sus clases en línea.

“En la zona donde doy clases la mayoría de los papás sólo tiene primaria o secundaria terminada, y ahora deben ayudar a sus hijos con las nuevas tecnologías. Acá se hizo más visible la pobreza. Hay alumnos que tienen que contratar datos para su clase. Hay chicos que viven en la punta del cerro y no tienen más que lo necesario para comer o sólo tiene su familia un celular y se usa para el trabajo; también hay casos en que son tres hijos y hay una tele y una computadora.

“Acá hay papás que se van a trabajar y se quedan solos los niños y no cumplen. También hay papás que dicen ‘¿para qué lo haces?, te van a pasar de todas formas’. Se acostumbraron al sistema de que no debe haber reprobados y apuestan a que los pasaremos de año sea como sea.

“La idea es muy buena de Aprende en Casa, pero no funciona. Se hace bajo la misma lógica que antes, los maestros debemos inculcar valores, hacer clases atractivas, generar conciencia a los alumnos de manera virtual, observar las habilidades de los alumnos para incentivarlas, y detectar sus necesidades para apoyarlos, pero cómo hacerlo con grupos de 50 o 60 alumnos, si algunos tienen poca velocidad de internet y la imagen se pasma o apagan la cámara.

“Es cierto que la pandemia nos abrió nuevos horizontes, pero también brechas. Estamos luchando por aprender con las nuevas tecnologías. Nadie se esperaba utilizar una app para dar clases y menos coordinar un grupo de 60 alumnos en línea. Pero en realidad se abrió la brecha educativa. Lo cierto es que no existe el derecho de internet para todos.

“Le tuvimos que entrar a esta nueva modalidad, y aprender desde cómo realizar un video, trabajar con el WhatsApp, hacer una clase más dinámica a la distancia. Suena sencillo, y deberíamos tener estas herramientas, pero no las teníamos.

“Además, a muchos estudiantes ya no les interesa aprender. Otros alegan que están estresados, que son muchas actividades. Y muchos padres quieren que regresemos a presencial, porque no hay quienes cuiden a sus hijos, lo ven como una guardería”.

“A veces mi mamá también se cansa”

Kimberly tiene ocho años y cursa el tercer grado de primaria. Le gusta que le llamen Kim, y dice que no siempre le agradan las clases en línea porque no puede jugar con sus amigas, pero lo que sí le alegra es que ya no haya niños que la molesten a la hora del recreo.

“A mí me gusta la escuela, dibujar, hacer cosas y leer todos juntos en el salón. Aquí en mi casa ya no es igual porque la maestra deja mucha tarea y también deja cosas de Aprende en Casa. Mi mamá siempre llega del trabajo muy noche y ya nos ponemos a hacer la tarea, pero ella luego se queda dormida. A veces mi mamá también se cansa de la escuela.

“Mis amigas y yo jugábamos en la jardinera con las cochinillas, pero siempre llegaban unos niños a quitarnos y nos pellizcaban las piernas porque el uniforme es de falda.

“Ojalá un día si se vaya el cochino Covid, porque extraño mucho a mi maestro de las clases de arte, nos enseñaba a hacer cosas con plastilina. Mi mamá me dijo que cuando hubiera una vacuna íbamos a entrar otra vez a la escuela, y aunque a mí no me gustan las inyecciones, sí me la pondría para ver otra vez a mis amigas”.

“Ya no tengo amigos”

En San Luis Potosí Leo empezó a estudiar la primaria en pleno confinamiento. Antes lo hacía bajo un programa de jornada extendida que incluía alimentos y talleres al terminar sus clases. Ahora su colegio estableció clases a distancia a través de Google Meet, en donde confluyen 28 niños en su grupo.

“Lo que no me gusta es que siempre, cuando hablo o le quiero preguntar algo a la Miss, mis compañeros me interrumpen. La Miss me hace poco caso porque mis compañeros no la dejan escuchar, son muchos niños. A la hora del lunch o cuando vamos a salir todos prenden sus micrófonos y yo también quiero decir unas cosas, pero todos dicen “¡adiós! ¡adiós!” al mismo tiempo y no me escuchan.

“Estudiar así es más fácil que tercero (de kínder) porque ponen unas preguntas sencillas como “¿cuánto es 1+1?” que ya sabía. Lo que extraño es jugar en el recreo. Aquí en primaria ya no se puede. Y ya no tengo amigos, sólo dos.

“Las clases en casa me gustan más porque estoy más tiempo con mi familia. En el cole me quedaba a jugar fut y a jugar, y me daban cosas de comer que no me gustan (...) Si estoy en casa es mejor. Aquí puedo jugar con mis perros y vestirme con un short y allá, no.

“La clase que más me gusta es educación física, nos ponen a trabajar con hojas y hacer un puente, o hacer una carretera”.

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