El secuestro de Guadalupe Zuno, suegro del expresidente Luis Echeverría, fue una mentira creada por el propio exmandatario, para enfrentar a los líderes guerrilleros ubicados en Jalisco; y que fue Echeverría quien creó el grupo de Los Halcones, quienes cobraban como barrenderos la jefatura del gobierno de la Ciudad de México, porque los utilizaba contra manifestantes, pero también para generar conflictos sociales, una especie de cortinas de humo, cuando la situación económica en el país iba mal.
Esta confirmación histórica no la hace cualquier persona, se trata de Javier Coello Trejo, el llamado “Fiscal de hierro”, que durante más de tres décadas conoció las entrañas del poder como funcionario público, casi siempre desde la procuración de justicia.
“La verdad es que el presidente Echeverría inventó lo del secuestro de su suegro para justificar el envío de más hombres a Guadalajara y tener bajo vigilancia a los grupos estudiantiles, donde se formaban los cuadros para engrosar las guerrillas”, detalla.
Pero no son las únicas revelaciones que ofrece en su libro “El fiscal de hierro. Memorias de Javier Coello Trejo”, que a partir de esta semana comenzó a venderse en todos los formatos. Se trata de un jugoso documento histórico que ofrece el ahora litigante. Información que tiene, toda, asegura, documentada, sea en oficios, grabaciones, videos o testigos, lo que hace imbatible su dicho, aunque muchos no compartan su posición.
Al referirse a Jesús Piedra Ibarra --hijo de Rosario Ibarra (después líder social, senadora y diputada) y hermano de la actual presidenta de la CNDH--, asegura el exfiscal que cayó abatido en un enfrentamiento en Monterrey con policías, y su cuerpo nunca apareció porque se lo llevaron los propios guerrilleros y lo enterraron.
“Jesús Piedra Ibarra fue quien mató impunemente a don Eugenio Garza Sada en septiembre de 1973, cuando lo secuestraron, por ser el líder de los empresarios regiomontanos; el presidente Echeverría negoció con ellos, y cuando lo llevaban para ser entregado en intercambio, Jesús Piedra Ibarra sacó la pistola y le dijo ‘pinche rico, hijo de tu chingada madre’, entonces le disparó y lo mató”.
Coello Trejo asegura que conoce los detalles porque en el presidente José López Portillo ordenó una investigación sobre los desaparecidos por la llamada Guerra Sucia y él participó. Y asegura que a Rosario Ibarra se le presentaron todas las pruebas sobre la muerte de su hijo “la señora nunca contó esto, en virtud de que la muerte de su hijo fue su bandera para alcanzar todo lo que posteriormente logró”.
Entre la secuencia de revelaciones, el exfiscal exhibe, hasta el tuétano, al gobierno de Estados Unidos en el caso de Enrique Camarena, agente de la DEA. La anécdota la cuenta Coello Trejo tras la captura que consumó de Miguel Ángel Félix Gallardo, sentenciado años después como el más importante líder del Cártel de Guadalajara y todavía preso, el entonces fiscal relata en el libro editado por Planeta:
“El embajador de Estados Unidos en México intervino y habló con el presidente (Carlos Salinas de Gortari), quien me ordenó le permitiera a Edward Heath (entonces jefe de operaciones de la DEA en México, ahora consultor en seguridad privada y que ha acusado al gobierno de México por el crimen) interrogar a Félix Gallardo. Para evitar cualquier problema ordené grabar su conversación y nos llevamos una gran sorpresa. Cuando Félix Gallardo vio entrar a Edward Heath a los separos (de la entonces Policía Judicial Federal), estalló en cólera. De inmediato lo mandó a chingar a su madre.
“’Eres un cabrón, Heath, ya habíamos hablado, habíamos quedado que yo te iba a entregar a Camarena, pero tú me aventaste a los federales. Eres un pinche traidor’, le dijo. Esto vino a demostrar que el jefe de la DEA en Guadalajara estaba puesto. Así llegué a la conclusión de que Camarena trabajaba para ambos bandos, por eso lo mataron…”.
Coello añade aún más, en otras páginas, sobre el agente Camarena, a quien los estadounidenses “querían convertir en un héroe, cuando sabíamos que había sido un doble agente que trabajó para los gringos y para Caro Quintero. De eso nos enteramos una vez que ocupé la subprocuraduría y me di a la tarea de investigar a fondo el caso. Esto se lo expresé a los norteamericanos en varias reuniones”, incluso con pruebas “grabaciones, expedientes, declaraciones, fotografías”.
Sin simulaciones, Coello Trejo narra pasajes de la política federal, de funcionarios y figuras públicas, y también del gobierno chiapaneco, como cuando fue secretario de gobierno en la gestión del general Absalón Castellanos, de quien se refiere como un buen hombre, pero que fue permisivo con la corrupción de su familia, especialmente de sus hermanos y su hijo Ernesto, quien había utilizado recursos públicos en su beneficio.
El recorrido que hace el abogado es histórico y completa trozos que estaban oscuros, que permitirán abrir nuevos capítulos para desmitificar a personajes y sucesos. Imperdible.
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