Urgen servidores públicos

30 de Noviembre de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

Urgen servidores públicos

maria idalia gomez

“La historia no la hicieron tipos como yo”, suelta de pronto el fiscal Julio César Strassera personificado por el extraordinario actor Ricardo Darín. Era el momento que se le había asignado el juicio contra las juntas militares que operaron la dictadura en Argentina.

Se equivocaba entonces Strassera. Hubo varias razones, algunas de ellas, nunca perdió la brújula de lo que significaba el juicio para su país y lo que se perseguía: verdad y justicia; condena a todos los responsables; un trabajo legal e institucional para cimentar la fuerza y credibilidad del Estado civil.

Esta película, Argentina, 1985, llega en un momento perfecto para reflexionar muchas cosas. También revisar la enorme distancia con México, sobre la verdadera determinación de un gobierno por recuperar la vida verdaderamente constitucional en un país y la verdadera justicia. Pero especialmente la de un hombre, un verdadero servidor público, no un funcionario ni un burócrata, un servidor público. Y con ellos el Poder Judicial y el gobierno federal.

El doctor Strassera y su equipo (no muy grande) enfrentó bloqueos de información, instituciones al servicio de los militares de la dictadura, apenas 18 semanas para ir al juicio “el más importante de la historia argentina”, amenazas graves y miedo. Pero lo hicieron. Tuvieron la inteligencia, el valor y la sagacidad, para lograrlo. La estatura de ser verdaderos servidores públicos.

Guardadas las distancias y con tantísimos temas sin justicia en este país, Ayotzinapa muestra el pobre nivel que existe. Desde hace dos semanas somos espectadores de una pelea entre la “verdad” de un grupo contra la de otro (que se supone antes eran aliados), lanzándose ultimátum y usando el argumento de la justicia y del dolor de las familias como un sacudidor.

Por un lado el subsecretario Alejandro Encinas, con todo el respaldo del gobierno incluyendo a sus “ideólogos”, y por el otro el GIEI, el exfiscal Omar Gómez Trejo y el Centro Agustín Pro.

¿Dónde todos ellos perdieron la brújula? Ahora, por sus declaraciones, todos, se asumen como víctimas. Sí, sus declaraciones son de víctimas: de los conservadores, de los poderes que continúan dentro de la Fiscalía, de los que querían hacer una rebelión dentro de la fiscalía; de las filtraciones, de que no les dejaron tener más equipo de personas o más recursos… Y siguen y siguen. Pero eso sí, todos hicieron bien su trabajo, dicen.

Total, que aún teniendo recursos, el poder del Estado, no pudieron con todas esas fuerzas oscuras, y en lugar de vencerlas, denunciarlo y hasta renunciar, como un acto de dignidad y profunda ética, se quedaron y ahora el caso Ayotzinapa está empantanado, y cada quien cuenta su historia.

Lo cierto es que ni en la Fiscalía (desde el más alto nivel hasta la oficina Ayotzinapa), ni en la oficina de la subsecretaría de Derechos Humanos de Gobernación, parece que sólo hay burócratas.

Una de las discusiones más importantes de los últimos días ha sido los mensajes que Encinas se supone revisó con su grupo de confianza, el Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (GEO), y que de la mano de su segundo de abordo en la subsecretaría, Félix Santana, los dieron por válidos, tanto que los incluyeron en su informe que dio desde la más alta palestra, Palacio Nacional.

Aunque esos pantallazos no forman parte de las acusaciones, pero ensuciaron demasiado el caso, lo viciaron. Y ahora que ya forman parte del expediente y deben generar responsabilidades.

Pero hay un dato más, pues el New York Times reveló la grabación de la plática entre Alejandro Encinas con Tomás Zerón, a quien le dijo “Ayúdame a desenmarañar todo esto… Yo te garantizo el apoyo del presidente”, a quien “no le importa meter gente a la cárcel”.

¿Qué clase de justicia busca Encinas? ¿Qué clase de justicia busca el GIEI? Al final todos negociaron con delincuentes de Guerreros Unidos y con varios más.

La justicia que no lleva a todos los responsables a prisión, no es justicia. Verdad y memoria, son ingredientes indispensables, pero para lograrlo se necesita servidores públicos y organizaciones con estatura de miras.