Aunque la Sección Segunda del Ejército y también los llamados Centros Regionales de Fusión de Inteligencia tradicionalmente dedican una parte importante de su tiempo al análisis y seguimiento de personajes de interés, este trabajo se ha acentuado en este año, por el crecimiento de los riesgos que existen y para la protección del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Los agentes especializados de inteligencia tienen entre sus tareas habituales establecer blancos específicos, sea por su participación en la delincuencia organizada, por su importancia económica, política o por existir posibilidades de ser un riesgo de desestabilización para el país, incluso ante la sospecha de lo que consideran acciones terroristas. Estas tareas se realizan a través de fuentes abiertas y cerradas, y deben seguirse los lineamientos que ha marcado, en este caso, la Secretaría de la Defensa, con ética y sólo buscando la protección del Estado.
Sólo que en este año, las tareas de inteligencia sobre personajes sospechosos ha aumentado, esto debido a que se considera que la exposición al riesgo del presidente López Obrador ha crecido bastante.
Las personas consultadas aseguran que no se trata de una amenaza a la vida del mandatario, sino a intentos de personajes de interés que pretenden acercarse directamente a él o a través de sus enviados, ya sea para sacarse una foto o para ofrecer aportaciones “desinteresadas” para su gobierno. Varias razones más, aseguran, llevan a estas personas o sus representantes a querer acercarse al Presidente.
Los investigadores también han detectado un riesgo mucho más elevado para las elecciones de 2024 y la participación de grupos criminales en el proceso, ya no sólo presionando a candidatos o electores, sino participando directamente.
La tarea sobre identificar las redes criminales en varias entidades ya comenzó por parte de las Fuerzas Armadas, con la intención de alertar a Palacio Nacional sobre los intentos de estas organizaciones de apoderarse de cargos de elección popular.
El Ejército cada vez está más preocupado, porque los datos que arroja su trabajo de inteligencia muestran cómo políticos, de todos los partidos, pero especialmente de Morena y del PRI, están ligados con personajes identificados con intereses del Cártel de Sinaloa, de Jalisco Nueva Generación o incluso bandas más locales que han adquirido más poder.
Para frenar la existencia de gobiernos delincuenciales en la próxima elección, la única posibilidad que tiene este país es que exista un pacto político de la mayor calidad, en el que los partidos políticos asuman la responsabilidad de sólo designar a candidatos que puedan responder con una historia personal ética y de legalidad, no sólo una carta de no antecedentes penales.
También, hace falta que los especialistas en temas electorales, los partidos, junto con el INE, trabajen no por intereses mezquinos, sino por los mayores intereses de la nación.
Y que la inteligencia, junto con las autoridades de seguridad y procuración de justicia actúen con toda intensidad para impedir que ni un solo sospechoso de tener vínculos con el crimen organizado, participe en el proceso de forma directa o indirecta, detenerlo antes, y por supuesto que las organizaciones criminales no ejerzan presión sobre los votantes ni antes, ni durante, ni después.
Es imperativo darse cuenta que el crimen organizado sí puede apoderarse de las estructuras políticas de este país, en amplias regiones o hasta a nivel federal. El Ejército lo sabe.
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