Rosario Robles Berlanga se ha convertido en el emblema que todos pretenden usar. Nadie se salva, ni siquiera su abogado defensor, y así lo demuestran las resoluciones judiciales.
Por un lado, para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador someterla a proceso penal representa muchas cosas. Desde ejemplificar el combate a la corrupción, ajustar viejas cuentas y, especialmente, comenzar la fractura de un grupo de poder que tiene vasos comunicantes —no sólo en lo político de todos los partidos, PAN, PRI, PRD y hasta el Verde Ecologista—, sino en lo empresarial, además de quienes se vieron favorecidos con contratos en los últimos seis años y hasta hace más de una década.
La presión que se ejerza contra Robles Berlanga es directamente proporcional a cómo desde la Fiscalía General de la República y la Unidad de Inteligencia Financiera se quiere profundizar en esa fractura.
A diferencia del abogado Juan Collado, por quien varios políticos se movilizaron el mismo día de su captura para apoyarlo con abogados y hasta con dinero ante el congelamiento de sus cuentas, en el caso de Rosario Robles la dimensión de ese apoyo fue mucho menor, y varios que se dijeron cercanos por años a ella dejaron de serlo.
Por si fuera poco, aunque era común escuchar en los pasillos que una de las primeras acusaciones de las nuevas autoridades podría darse contra la exsecretaria, su equipo cercano, incluyendo sus abogados, aunque preocupados, minimizaron estos rumores. Incluso hay quienes afirman que fue engañada.
Lo cierto es que su defensa, desde el principio, no estuvo lista para un escenario en el que Rosario Robles tendría que enfrentar todas las capacidades del Estado para acusarla. Pero ni siquiera en lo más elemental.
En este momento Robles Berlanga está en espera de que concluyan las investigaciones en su contra y mientras lo hace debe estar en prisión, una medida cautelar que ha sido calificada por muchos como excesiva. En lugar de la cárcel de Santa Martha Acatitla podría, de acuerdo con la ley, permanecer en prisión domiciliaria, un brazalete para sólo tener movilidad en ciertos kilómetros o quitarle el pasaporte y alertar a todos los puestos migratorios de la imposibilidad de su salida. Pero el juez Felipe de Jesús Delgadillo consideró que el riesgo de fuga era muy alto por su capacidad económica y las inconsistencias sobre su dirección y viajes.
El descubrir que el juez Delgadillo es sobrino de la diputada Dolores Padierna provocó no sólo que esté bajo revisión, sino que se ensució su fallo, por la enemistad política entre la familia Bejarano-Padierna y Rosario Robles. Sin embargo, un magistrado avaló ya en gran medida lo que determinó el funcionario judicial y puso en evidencia que quien falló en la audiencia en la que se decretó la prisión de la exfuncionaria y hasta en la apelación, fue su propia defensa.
El nuevo sistema penal acusatorio obliga a fiscales y defensores ser sumamente precisos en sus argumentos, acuciosos y contundentes con sus pruebas. En este caso podría ser falta de preparación, incapacidad o un interés perverso.
El Quinto Tribunal Unitario en su resolución, en la que ordenó reponer el proceso porque si bien Rosario Robles podría huir el juez no motivó de manera suficiente las razones por las que le decretó su prisión, pero no es que le diera la razón al abogado defensor de Rosario Robles, Julio Hernández Barrios, sino en realidad subsanó sus deficiencias:
“Ahora, del escrito de agravios por el cual se aperturó el presente recurso —cuya síntesis pormenorizada se realizó en el considerando IV— se desprende que la defensa de la imputada ningún agravio formuló a través del cual se impugnara la falta de motivación en que incurrió el juez de control. Situación de la que tampoco se ocupó la defensa —vía alegato— en la audiencia respectiva”.
¿Por qué una defensa tan deficiente? Incapacidad, falta de preparación o existen algún interés que expliquen que, en dos momentos procesales distintos, sea tan deficiente la defensa de quien el litigante llama su amiga.
En la última audiencia, donde el juez Delgadillo confirmó la prisión de Robles Berlanga, también acusó a la defensa quien le dijo que ha desarrollado “un comportamiento procesal desleal y añadió, algo muy importante “no hay otra medida que cautelar que justifique su defensa”.