País sin tapabocas… sin protección

4 de Diciembre de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

País sin tapabocas… sin protección

maria idalia gomez

Los pequeños comercios intentan sobrevivir. A pesar de la prohibición están abiertos todo el día o por lo menos algunas horas. Las llanteras, mercerías, vinaterías, tintorerías, tlapalerías o hasta la venta de piñatas dan servicio porque simplemente necesitan pagar renta y salarios. Son familias que necesitan comer.

A ninguno de esos trabajadores les han llegado vales o préstamos ni algún tipo de ayuda. Saben que en algún momento deberán cerrar la cortina, pero no antes de intentar juntar algo de dinero que les permita sobrevivir una o dos semanas, esperan no más.

En la calle no toda la gente usa cubrebocas, y los que lo portan utilizan los que son sencillos, pero que no frenan las dispersión del virus, o lo tienen mal puesto.

En los supermercados los usuarios más o menos cumplen en mantener la distancia y ponerse gel al entrar. Pero sólo eso. Más bien, la capital del país no usa tapabocas, no se ha protegido de verdad.

El que permanezcan abiertos estos lugares que no son prioritarios, como lo son las farmacias o las tiendas donde hay insumos básicos, y que la población común no utilice mecanismos de protección, puede ser el prólogo de la gravedad con que viviremos la Fase 3.

Más allá de lo evidente, estas escenas hablan de un problema de fondo y lo tiene la autoridad, de los tres niveles de gobierno. La falta de conciencia de la población, es atribuible al Estado.

Es resultado de un trabajo poco efectivo de los mensajes del gobierno federal que se ha envuelto en sus propias contradicciones más elementales: primero sí era permitido abrazarse, luego no; después no era necesario usar cubrebocas y después sí; se podían reunir 50 personas y más tarde aplicaron la sana distancia, todavía dicen que es mejor no usar guantes cuando están en calle, pero que es mejor quedarse en casa…

El no reconocimiento del nivel de la infección ha colaborado en la falta de conciencia de los ciudadanos. Prefirieron aportar un número mínimo, extrañamente exacto, de 26 mil 519 personas, como alertan en esta edición Elizabeth Velázquez y Manuel Lino, en lugar de hablar de manera transparente de la posibilidad de que fueran hasta ahora unas 170 personas las infectadas en el país.

El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, presume una y otra vez que México comenzó a prepararse desde enero. Falso. Comenzó a pensar qué hacer y articularse, pero hizo muy poco. No compró insumos básicos; no comenzó a contratar y entrenar al personal de salud que necesitaba; permitió que se acapararan y encarecieran los productos necesarios para la población; no se generaron lineamientos ni protocolos desde la atención básica hasta los pacientes graves en hospitales, lo que provocó que se infectaran centenas de médicos, personal de enfermería, camilleros, técnicos y residentes.

Así es, aunque insistan en negarlo en las conferencias mañaneras y nocturnas, y para evitar contestar se desvíen y le den la palabra, para que pregunten obsequiosamente, a personas acreditadas como titulares de páginas web, canales de YouTube, la realidad allí está, baste un ejemplo: El IMSS emitió apenas en esta semana las Definiciones operacionales de casos Covid-19. En este protocolo se plantea cómo se debe atender a los enfermos y qué medicamentos ofrecerles. En el cuadro básico, Escenarios 1-A y 1-B, se da paracetamol, el cual se tiene en existencia.

Pero en los Escenarios 1-C (enfermedad leve), Escenario 2 (enfermedad moderada) y Escenario 3 (enfermedad grave) debe darse al paciente Sulfato de Hidroxicloroquina, Oseltamivir, Azitromicina, Lopinavir/ritonavir, Ceftriaxona o Tocilizumab, dependerá de los casos. Sólo hay un problema, no hay estos medicamentos. Sólo hay un poco de Cloroquina que puede sustituir a la Hodroxicloroquina, pero es más tóxica.

No se ha articulado el gobierno desde una visión de Seguridad Nacional real. Y así llegamos a la Fase 3.