Ecuador representa un punto estratégico para el trasiego de drogas, conexión de negocios entre grupos criminales y punto de descanso o lavado de dinero de las mafias, no sólo mexicanas, pero sí con mucha mayor prevalencia, la de Sinaloa y Cártel Jalisco Nueva Generación.
En los últimos años, el país sudamericano que ha visto cómo su clase política, una parte de sus élites económicas y funcionarios de todos los niveles de gobierno, incluso parece que desde la oficina presidencial, se involucraron con estos grupos trasnacionales, dándoles, en muchos casos, el estatus de inversionistas en bienes raíces y nuevos negocios o simplemente dejándolos en paz.
El ataque al candidato ecuatoriano a la Presidencia de la República, Fernando Villavicencio, contiene una mezcla de estos vínculos que el Estado no ha podido desarticular, y por el contrario se ha sometido cada vez más a su servicio.
Desde los primeros momentos del ataque, algunas acciones muestran la complejidad del caso por los poderosos intereses que entraña y porque fue una operación muy bien planeada, que comenzó antes, durante y sigue después. Esto hace dudar que se conocerán a los verdaderos responsables intelectuales del crimen pronto.
Antes del ataque comenzaron los mensajes intimidatorios, desde los grupos criminales y entes públicos, desde ataques a funcionarios y mensajes a través de redes sociales, como los panfletos y videos de grupos armados, y en el otro espectro el expresidente Rafael Correa hablando de una venganza personal. Primero: el ataque que casi le cuesta la vida al alcalde de Zapallar, Gustavo Alessandri; luego el asesinato del alcalde de Manta, Agustín Intriago. También aparecen panfletos del Cártel Jalisco Nueva Generación amenazando el proceso y videos de grupos aparentemente locales intimidando.
El miércoles, día del ataque, el que la escolta de Villavicencio no cubrió adecuadamente al candidato, por el contrario, dejó tres de los flancos descubiertos, pese a que existían amenazas serias de que se planeaba un ataque en su contra. Lo sacaron de su último evento a una calle demasiado transitada y que lo exponía.
El segundo elemento es la muerte del supuesto sicario involucrado en el atentado, quien dijeron en un primer momento había resultado herido por el “fuego cruzado” y quedó tendido en plena estación policial de Quito. Pero videos que comenzaron a circular minutos después en las redes sociales, ponen en duda la versión e incluso la responsabilidad del joven y exhiben la posible huida de otra persona. Adicionalmente, el ataque fue directo, un sicario entrenado.
Un tercer hecho es que, unas horas después del crimen de Villavicencio, su casa de campaña recibía una embestida: “Hombres armados atacan en este momento nuestras oficinas de campaña en Quito”, denunciaba el tuit de Movimiento Construye a las 20:40 (hora Ecuador) del miércoles 9 de agosto.
Al día siguiente, comenzaron los grupos criminales a amenazar al resto de los candidatos, especialmente a Jan Topic.
Esta estrategia que pareciera de caos y temor ocurre en el momento preciso: a cuatro días del debate presidencial entre los ocho candidatos y que sería el último empujón para convencer a los votantes que, por ley, están obligados a sufragar si no reciben una multa.
Es justo cuando ha ido cayendo en las encuestas la candidata Luisa González, vinculada al expresidente Correa —aún prófugo tras haber sido sentenciado a ocho años por corrupción—, e iban subiendo en simpatizantes Villavicencio y Topic, además de existir una cantidad notable de votantes que no han definido a quién apoyarán.
El candidato había denunciado la corrupción de Correa y Lasso, y la presencia y poder criminal del Cártel de Sinaloa, y fue el blanco fácil.
“Los narcotraficantes y las mafias quieren tomarse el poder político del Estado, y sin duda no es Fito (señalado como narcotraficante) el que está atrás de esta amenaza, son las mafias políticas que están detrás de (narcotraficante) Fito, los que están detrás de esta amenaza en contra de mi candidatura… Atrás de las amenazas de Fito está la mafia política que quiere tomarse el poder el 20 de agosto”, denunció Fernando Villavicencio días antes de morir.
El poder criminal quiere apoderarse del político, esto no está alejado de México y acá el Estado no está haciendo nada para impedirlo.
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