México, fuera de la negociación de cárteles

24 de Diciembre de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

México, fuera de la negociación de cárteles

maria idalia gomez

Hace ya varios años que la familia de Ismael Zambada García, El Mayo, comenzó a negociar con las autoridades de Estados Unidos para acusar a exsocios y cómplices. Tras pagar el dinero impuesto en las sentencias, limpiar su nombre, han ido dejando las prisiones estadounidenses. En esta estrategia las autoridades mexicanas han sido, en el mejor de los casos, simples observadores.

Así ocurrió en el caso de Ismael Zambada Imperial, hijo de El Mayo, quien después de ser extraditado a la Unión Americana en 2019, tres años después, en julio de 2022, aceptó su culpabilidad en su juicio, pagó y poco después dejó la prisión.

Y en México no hay acusaciones en su contra, ni pareciera que la Fiscalía tiene prisa por investigarlo o por lo menos saber dónde está. Serafín Zambada Ortiz antes obtuvo su libertad, tras pasar cinco años en prisión. Lo mismo, en nuestro país nada.

En el caso Jesús Zambada Niebla, quien estuvo 15 años preso y desde 2021 ya no está en el sistema de prisiones estadounidense, es testigo protegido del Departamento de Justicia. Se desconoce dónde está y cuál será su futuro, sólo que su testimonio sirvió para sentenciar a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, quien fuera socio de su padre, El Mayo, y servirá, prevén, para otros casos más.

Las autoridades mexicanas ni siquiera han solicitado interrogarlo o pedido de manera oficial sus declaraciones, para usarlas contra otros miembros del cártel o el propio Zambada García.

Ha tenido tanta suerte que varias de las empresas que el propio Departamento del Tesoro había señalado eran de la familia del líder del Cártel de Sinaloa, siguen operando pero ya no aparecen como de su propiedad.

Otros miembros del Cártel de Sinaloa, que también han movido las piezas a su favor, justo a tiempo, han sido Dámaso López Núñez, El Licenciado, y su hijo Dámaso López Serrano, El Minilic. A pesar de ser identificados como parte de la célula de seguridad del grupo criminal y señalados como posibles autores de varios crímenes en México, ambos están libres en Estados Unidos, porque son testigos protegidos y las declaraciones del primero han sido esenciales contra la familia de El Chapo.

Tampoco la Fiscalía mexicana ha mostrado interés en obtener sus declaraciones y confesiones en Estados Unidos, ni interrogarlos.

Pero ahora, algunos analistas de inteligencia aseguran que llegó el tiempo de negociar a la familia de Guzmán Loera, de allí que Ovidio Guzmán, uno de los herederos y a quienes las autoridades identifican como el más conciliador de los hermanos, haya sido extraditado a Estados Unidos hace unos días.

Después de que hubiera iniciado una embestida directa por parte de las autoridades estadounidenses contra el Cártel del Pacífico, la parte liderada por los Guzmán, por ser los principales transportadores de fentanilo desde México a la Unión Americana, de acuerdo a sus informes, la tensión sobre los hijos de El Chapo creció, lo mismo que las pruebas en su contra en Estados Unidos y los miembros del gabinete de Joe Biden han exigido a sus similares mexicanos que los detengan.

De acuerdo a la información de las oficinas de inteligencia, la presencia de Ovidio Guzmán daría pie a un acercamiento nuevo o diferente con las oficinas de ese país.

No sería sencillo ni rápido, pero, aseguran, existen las condiciones perfectas, pues lo que más interesa al gobierno de Biden es mostrar ser exitoso en la lucha contra el fentanilo y contra los capos de Sinaloa, especialmente en este periodo electoral.

De conseguir un trato para él y sus hermanos, nuevamente México se quedaría observando, alimentando la impunidad en nuestro país, pero también ajeno a los acuerdos que podrían cambiar la constitución del tráfico de drogas y las estructuras criminales en el territorio.

Hasta ahora, estos “triunfos” estadounidenses se traducen en información y dinero, el primero contra otros mexicanos con poder, visibles o invisibles; y el segundo sólo en beneficio para las arcas públicas de ese país. Para México ninguna ganancia, sólo pone los muertos y sufre el exceso de la violencia, pero es responsabilidad de las autoridades nacionales, por su pasiva comodidad.

SIGUE LEYENDO:

Preludio de la nueva violencia