Prepararon dos explosivos. Ambos tenían dos pequeños extintores de 500 gramos con cables que llevan a los detonadores y que como parte de la estructura les colocaron decenas de clavos para que salgan disparados.
Los escondieron entre la tierra, en el camino por el que pueden pasar decenas de camionetas, pero que sabían que transitaría el Ejército.
Y no fallaron. El domingo 18 de junio, al momento de cruzar el vehículo militar sobre la brecha que conduce a Los Llanos, municipio de Apatzingán, Michoacán, la mina artesanal explotó y afectó a ocho soldados, tres de ellos aparentemente graves por la posible pérdida de algunas de sus extremidades, aunque otros reportes aseguraban que estaban fuera de peligro.
La camioneta quedó parcialmente destrozada, lo suficientemente para causar daños a sus tripulantes. Al limpiar la zona descubrieron otra que no había explotado. Todas tenían la firma del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Los grupos que están peleando el territorio obligaron días atrás a unas 800 personas a salir huyendo de sus comunidades rurales a la cabecera municipal, por los enfrentamientos y las amenazas que recibieron de grupos criminales.
Hasta el sábado 17 llegaron, según reportaron las autoridades “por lo menos 400 soldados” a Apatzingán, y se instaló en la comunidad de Llano Grande (es decir, unos 25 kilómetros del municipio) una Base de Operaciones Interinstitucionales (BOI), con efectivos federales y estatales que vigilarán esa región de Tierra Caliente, y al estar cerca de los poblados Las Bateas y El Tepetate, de donde salieron 200 personas huyendo y se refugiaron en algunas parroquias, pretenden reestablecer la paz.
Pero justo unos días después ocurrió la explosión de la camioneta. El problema grave, es que ante esas minas artesanales es muy difícil detectarlas, porque los detonadores no son como las tradicionales, y desactivarlas es aún más complejo.
La información que tienen las oficinas de inteligencia muestra que se trata del CJNG que ha contratado a más exmilitares, especialmente centroamericanos y tendrían el apoyo de integrantes de las Maras que se han desplazado a México escondidos entre las olas de migrantes. Verdaderos paramilitares.
Estos elementos extranjeros serían los que principalmente estarían incursionando en estas nuevas modalidades de ataques al Ejército, al igual que lo hicieron antes con los drones artillados.
Y aunque hace tiempo en las peleas entre grupos criminales no se respetan los códigos en Michoacán, y con ello los civiles pueden ser daños colaterales de esos ataques, en este caso a estos nuevos sicarios del CJNG menos respetan la vida de los civiles, de acuerdo a informes de inteligencia.
Los mismos reportes mencionan que la pacificación en la zona de Tierra Caliente michoacana, no es una meta alcanzable a corto plazo, ante la cantidad de elementos del crimen organizado, su equipamiento y su conocimiento de la zona. El despliegue de elementos tendría que ser del doble o el triple, calculan expertos, para poder recuperar el control territorial, pero no hay tantos soldados y policías disponibles.
En estas condiciones, el gobierno federal enfrenta, para el cierre de la gestión, seis puntos críticos, que podrían incidir en las elecciones y encumbrar a grupos de la delincuencia en el poder: Michoacán, Guanajuato, Tamaulipas, Colima, Veracruz y Chiapas.