A primera vista parecía que se trataban de fake news las fotos que comenzaron a circular en redes sociales, y en las que aparecía el subsecretario de salud Hugo López-Gatell caminando tranquilo, abrazado con su pareja, por momentos con cubrebocas y en otros momentos sin él, en plena colonia Condesa.
Era imposible que fueran recientes. Cómo podría ser que el zar anticovid, con semáforo naranja en la capital del país, quien ha recomendado todo el tiempo que si no se tiene a qué salir no se salga a la calle, o que si está enfermo con el virus se aísle para no contagiar, pudiera estar en la calle, si apenas este miércoles reaparecía en la conferencia nocturna después de 18 días de haberse contagiado, incluso haber sido ingresado al hospital y recibir oxígeno para su tratamiento.
Bajo el argumento de que puede mantener en privado los detalles de su enfermedad porque es su derecho, aunque eso no es totalmente cierto, pues se trata de un funcionario público y ese derecho se ve sumamente reducido como lo ha planteado la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Especialmente considerando que este gobierno, —incluido él—, ha repetido hasta el cansancio que son transparentes (lo cual es meramente discursivo). Pero Gatell casi no hizo comentarios del tratamiento que le hicieron y todos los beneficios de los que gozó, salvo lo siguiente:
“Todavía tengo una carga viral suficientemente alta para ser contagioso, y aunque ya tengo el alta médica, aun no tengo el alta epidemiológica”.
Pero casi al final de la conferencia un reportero, al que le dio miedo preguntar —pero parece que imaginó que le ayudaba a López-Gatell—, de plano le pidio que le dijera qué pensaba en torno a que un medio de comunicación “estaba invadiendo su vida privada” con unas fotos. Esto le permitió al subsecretario hacer toda una retahíla de descalificaciones a los medios de comunicación. La típica estrategia que a lo largo de un año el zar anticovid ha utilizado para evadir respuestas o desviar la atención, al igual que su jefe el presidente Andrés Manuel López Obrador.
En las imágenes se ve al subsecretario caminando en la tarde, con ropa oscura, sonriente y por momentos con el cubrebocas y en otros momentos no. Resultaron ciertas, hoy fueron tomadas.
El periodista Joaquín López Dóriga habló con López-Gatell y le hizo la pregunta que nadie le hizo en la conferencia nocturna. No negó la veracidad de las imágenes, y en cambio respondió: “No hay ninguna contraindicación médica o epidemiológica de salir a caminar. Mi capacidad contagiante es mínima. Por supuesto no voy a estar en una oficina cerrada o interactuando con otras personas.
“Pero la probabilidad de que yo contagie a alguien a través de mi doble cubrebocas mientras camino en el parque a 6 metros de distancia de otras personas, es virtualmente cero”, citó López Dóriga en su cuenta de Twitter, en explicación a lo que le dijo Gatell.
Pero apenas minutos antes había dicho el subsecretario de salud que tenía una carga viral alta y que “en este momento sí soy contagiante”. Mintió.
Sí, el mismo funcionario que ha pedido cuidarnos por bien de nuestra familia y quienes nos rodean para no contagiarlos, este miércoles mintió. Quemó los últimos fragmentos de credibilidad que le quedaban y su incongruencia rebasó los límites. Perdió la noche del miércoles toda calidad de ser la persona que encabeza la lucha contra el virus. En una estrategia de Seguridad Nacional, su imagen es una carga, un estorbo.