El 6 de septiembre de 2018, el jefe adjunto de operaciones globales de la DEA, Paul E. Knierim, se presentó ante dos de los subcomités más importantes en el ámbito internacional de la Cámara de Representes. Tres meses después, en diciembre, se reunió con el comité de Migración del Senado. En ambos casos el nombre de México apareció y mostró el énfasis que se dará a la seguridad fronteriza en materia de drogas.
Sus presentaciones aportan información muy interesante para México, porque permite adelantar la transformación de las organizaciones criminales que operan en el territorio y que podría convertirlas en más poderosas, más violentas y con mayor interés en generar un mercado de mayor consumo interno.
Por lo pronto, el funcionario de la agencia antidrogas estadounidense anunció que ampliarán los equipos especiales para las operaciones contra el fentanilo y la heroína, que comenzaron a operar apenas en enero del año pasado en Estados Unidos.
En total tendrán 12 de estos grupos especializados en investigaciones para el seguimiento de cada importación ilícita que llegue a Estados Unidos procedente de China, Canadá y México, países de origen. Aunque están distribuidos en diferentes ciudades estadounidenses, sus indagatorias “no serán geográficamente limitadas”, lo que implica que traspasarán las fronteras y, por tanto, podrán trasladarse a México encubiertos o no.
Otra novedad es que la DEA incluyó a México para construir en nuestro territorio Unidades de Investigación Sensible, las conocidas SIU que cuentan con equipo de última generación y personal altamente entrenado y certificado, para desarrollar lo que ellos llaman “complejas investigaciones” contra grandes objetivos del crimen organizado. Estas oficinas sólo operan si los propios agentes estadounidenses tienen presencia y capacidad operativa.
Para la agencia antidrogas, estas unidades de investigación son medulares para desmantelar a los cárteles mexicanos, a los que siguen considerando su principal amenaza en materia de drogas, porque a través de ellas, reconoció Knierim, han podido en otros países infiltrarse, arrestar, acusar y condenar a líderes “previamente intocables”, involucrados no sólo en tráfico de drogas, sino lavado de dinero, tráfico y trata de personas.
En su presentación Paul E. Knierim también mencionó al Centro de Inteligencia de El Paso (EPIC), que cuenta con bases de datos de varias agencias que permiten planificar una operación o responder a una amenaza, porque cuenta con inteligencia estratégica muy completa y en tiempo real. Pero a este nivel de información sólo pueden acceder los agentes certificados por Estados Unidos y que colaboren ampliamente con ellos en operaciones conjuntas.
En este momento quedan pocos agentes de la Policía Federal, del Ministerio Público, de la Agencia Federal de Investigaciones y del Ejército certificados por las agencias estadounidense y en quienes confiarían. Sólo la Marina tiene la total confianza de las oficinas del país del norte. Esto coloca en un primer problema a la Guardia Nacional, que es la institución que más necesitará el apoyo de las agencias estadounidenses, pero su conformación en un inicio será por militares y algunos marinos, en segundo lugar por policías federales a quienes aún no someten a selección, y por nuevos agentes.
El segundo problema es que el Ejército no le gusta trabajar con la DEA ni el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), y ellos dirigirán la Guardia Nacional. Tampoco se ha definido claramente cuál será el nivel de participación que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador permitirá a estas agencias y a la Oficina de inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, en diciembre, ya cuando había asumido este nuevo gobierno el poder, Knierim dijo a los senadores, muy confiado, que “la presencia de la DEA en México representa nuestra huella internacional más grande”.
Tienen una capacidad, añadió, de agentes especiales “asignados a 11 oficinas diferentes en todo México, que son un reflejo del nivel de cooperación que seguimos disfrutando con nuestros homólogos mexicanos”.
La DEA, aseveró en ese momento, “apoya investigaciones bilaterales con el gobierno de México mediante el suministro de información e inteligencia; y se planea desarrollar investigaciones dirigidas contra líderes y grupos del crimen organizado en todo México”.
@Gosimai