Para una parte importante de las agencias que integran el cuerpo de seguridad, investigación e inteligencia de Estados Unidos, el fiscal mexicano Alejandro Gertz Manero no sólo dejó de ser confiable, sino un blanco que despierta sospechas.
Para hacer un análisis sobre lo ocurrido desde México sobre el caso del general Salvador Cienfuegos, pero especialmente de la reacción del presidente Andrés Manuel López Obrador y del fiscal Gertz Manero, respecto a sus declaraciones y difusión de información, áreas de estas oficinas comenzaron a revisar los datos disponibles en sus bases de datos, están consultando a sus expertos en nuestro país, incluso aseguran que a algunos de sus informantes, y se están elaborando reportes que presentarán a sus nuevos jefes demócratas. Están preocupados y muy molestos.
También comenzaron una revisión detallada de los personajes clave dentro del gobierno mexicano. Las preguntas fluyen sobre aquellos que coordinan áreas como aduanas, migración, inteligencia y cargos medios dentro de las secretarías de Defensa y Seguridad Ciudadana; así como los círculos más cercanos del presidente López Obrador. Algunas fuentes relataron cómo comenzaron a hacer muchas preguntas a sus contactos más confiables en México sobre nombres específicos.
Hay un dato más, desempolvaron dos casos que quedaron en investigaciones abiertas, nunca acusaciones, donde aparecía el nombre Gertz Manero, uno data de 1999 y otro de alrededor de 10 años.
Las conclusiones a las que lleguen las agencias no se conocerán pronto ni del todo. El cambio que ya se ejecutó es un enfoque distinto en su trabajo sobre México. Desde 2018 buscaron interlocutores confiables para colaborar.
Aunque mantienen una relación muy cercana con la Marina, especialmente la CIA, el FBI y la DEA no tiene una relación tan estrecha con los nuevos protagonistas en las áreas de seguridad mexicana. Como parte del proceso intercambiaron información, siguieron entrenando a personal de diferentes áreas y entregando equipo para entrenamiento o espacios de seguridad.
Ahora, después de este pasaje, el nuevo enfoque es que con ninguna área se colaborará con altos niveles de confianza. El martes el fiscal Gertz Manero cerró todas las puertas y destrozó los puentes.
Para muchos en el gobierno esto no es importante, se equivocan y el costo lo pagarán a corto plazo. No sólo por las acciones que emprendan estas agencias, sino por la debilidad de nuestras instituciones.
Lo más lamentable es que ayer fuimos testigos de la debilidad y falta de estatura de la Fiscalía General de la República. No sólo fue la actitud bravucona de su titular durante las entrevistas concedidas a Ciro Gómez Leyva y Carmen Aristegui, sino que no aportó argumentos y al contrario hizo acusaciones graves, descalificaciones, mostró su falta de conocimiento sobre el sistema estadounidense, tergiversó hechos y se victimizó. Pero hizo algo más, una enorme revelación: “lo único que analicé fueron pruebas que ellos (Estados Unidos) ya se habían desistido”.
Es decir, sólo revisó unos mensajes de texto sin información. Aseguró, sin dar datos precisos, que pidió todas las pruebas al Departamento de Justicia estadounidense, y le enviaron lo mismo. Es muy raro, esas peticiones tardan meses en procesarse y este caso está vinculado a tres juicios más, difícil tenerlo todo en los 60 días que “investigó” la fiscalía. Y, por cierto, es falso que las autoridades americanas se hubieran “desistido” de esas pruebas.
Para el fiscal las críticas sobre su resolución del caso Cienfuegos es pretender “darle en la madre” a él, y por eso advirtió que “eso no se va a quedar así”, tiene razón, las agencias estadounidenses no lo dejarán allí, al menos hay otros casos en su historia que lo confirman. Pretendió lanzar una bocanada de humo filtrando información vieja a dos medios, una sobre Ayotzinapa y otra sobre el Poder Judicial de la Federación. De nada sirvió.