Esta semana se dieron cambios en la columna vertebral del Ejército. Cambios poco habituales durante el primer año de gobierno. Son tres puestos muy poderosos y esenciales para la operación de toda la Secretaría de la Defensa Nacional.
Los cambios se dieron en la Subsecretaría de la Defensa, que es el brazo derecho del general secretario y quien lo sustituye en casos de ausencia temporal o permanente. En la Oficialía Mayor, que se encarga de todo el manejo de recursos presupuestales, ingresos extraordinarios, gastos en contratos y licitaciones; y el Inspector y Contralor General, área que se encarga de la supervisión, fiscalización y auditoría de todo el personal, material, animales e instalaciones en todos sus aspectos: técnico, administrativos y financieros; así como del adiestramiento del personal y cada unidad.
La importancia de estos nombramientos no sólo radica en sus funciones, que forman parte de la plana mayor del Ejército y que son los más cercanísimos colaboradores del general Luis Cresencio Sandoval González, sino el papel que está jugando la institución, como prácticamente los encargados de la Guardia Nacional y como prestadores de servicios en diferentes obras vitales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el más importante, el aeropuerto de Santa Lucía.
Los tres nuevos nombramientos además de ser amigos de Sandoval González tienen varias características: se formaron en el Colegio Militar y tienen una verdadera carrera por los diferentes puestos que han ocupado, es decir, conocen la estructura, tienen mando y los respetan la tropa y mandos; algunos más y otros menos tienen formación y han desarrollado tareas de inteligencia; tienen experiencia en el trato con medios de comunicación y en la relación con otros gobiernos, especialmente Estados Unidos.
Pero además, es importante considerar que el presidente Andrés Manuel López Obrador le concedió total libertad al secretario para hacer el cambio y elegir a los sucesores.
Esto significa que el perfil de la Secretaría de la Defensa no sólo es cerrar filas en torno al general secretario y con ello concentrar el poder y control; sino también dotar de una visión estratégica y académica que cohesione el instituto armado y además le dé un rostro público que le será indispensable para el manejo de la Guardia Nacional y los proyectos a su cargo.
Los personajes son el general André Georges Foullon Van Lissum, quien es el nuevo subsecretario y que de acuerdo a su ficha señala que cuenta con el Curso de Mando y Estado Mayor General en la Escuela Superior de Guerra, y la Maestría en Administración Militar para la Seguridad Interior y Defensa Nacional en el Colegio de Defensa Nacional. Ha sido mando en lugares medulares del Cártel de Pacífico: Sinaloa, Sonora y Durango; además de haber sido agregado militar en Estados Unidos y España.
Hay unos datos adicionales que alguna vez escribió la periodista Isabel Arvide. Foullon Van Lissum, además de haber estado en inteligencia militar y colaborar en el combate a la organización de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, “en Chiapas estuvo en la Fuerza de Tarea Arcoíris”, cuando el movimiento zapatista declaró la guerra al Estado.
El general Agustín Radilla Suástegui, el nuevo oficial mayor, es originario de Guerrero, tiene el mismo curso que el subsecretario y maestría. Él ha sido mando en Nuevo León y Tabasco, además de agregado militar en Panamá.
Y el general Gabriel García Rincón, quien es el nuevo contralor e inspector general. Nació en Puebla, estudió lo mismo que sus dos amigos, los generales Foullon Van Lissum y Radilla Suástegui, con un curso importante adicional, también estudió en el Colegio de Estudios Estratégicos en Estados Unidos, en donde además fue agregado militar y fue mando en Baja California y Quintana Roo.