Eduardo Arellano, pieza clave

9 de Enero de 2025

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

Eduardo Arellano, pieza clave

maria idalia gomez

A Eduardo Arellano Félix le decían “El doctor”, porque lo era realmente. Fue el último de los hermanos en ser líder del Cártel de Tijuana, dos años de pleno reinado le atribuyen las autoridades antes de ser detenido.

Así que Eduardo Arellano pasó más tiempo en prisión, en total 13 años, que siendo el principal líder de uno de los más importantes grupos criminales. Sin embargo, eso no significa que la información que posé no sea aún valiosa e importante para las autoridades mexicanas. Los estadounidense lo saben y por eso lo habrían convertido en testigo protegido.

Sólo que, de nueva cuenta, la Fiscalía General de la República deja que las autoridades estadounidenses sumen a su artillería de testimonios, contra funcionarios y exfuncionarios mexicanos, un testigo más, sin plantearse una estrategia de intercambio de información.

Si bien los datos disponibles colocan a Eduardo Arellano Félix como uno de los menos sanguinarios de los hermanos, y más bien como uno de los operadores financieros y estratégicos del cártel; los documentos lo ubican como alguien que conoce los vínculos de corrupción que tejió la organización desde los años 90, cuando estaba al frente Francisco Rafael Arellano, el líder fundador del clan.

Baja California Sur y Norte; así como Sinaloa, Jalisco y Nayarit, son los estados en los que con mayor fuerza se tejió la madeja de complicidades del Cártel de Tijuana, donde empresarios y políticos se convirtieron en cómplices, y que todavía hoy persisten.

Mientras estuvieron al frente de la organización, Benjamín, Ramón y Francisco Javier, Eduardo Arellano fue identificado por las autoridades en actividades de lavado de dinero y vínculos con autoridades.

Para 2006, tras la captura de El Tigrillo, y ya con 49 años, quedó al frente del clan junto con Enedina, su hermana. Es por ello que la agencia antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés) ofrecía cinco millones de dólares por su captura. Dos años después, el 25 de octubre de 2008 fue detenido y extraditado a Estados Unidos en 2012.

En esos cuatro años que estuvo preso en México, Eduardo Arellano no ofreció información valiosa sobre las operaciones del Cártel de Tijuana en el país, a pesar de que tenía relación con grupos colombianos para obtener la cocaína, y mafias chinas, para los químicos que les permitía producir drogas sintéticas.

Para dimensionar la capacidad de este grupo criminal, las oficinas de inteligencia de México y Estados Unidos reconocieron que su poder corruptor en ambos lados de la frontera era tal, que en menos de una semana podían colocar y distribuir en el mercado de California una tonelada de cocaína.

Pareciera que las autoridades mexicanas desprecian la información que estos líderes de las drogas pueden aportar; sin considerar que en este momento, con particular interés ante la falta de apertura y apoyo por parte del gobierno mexicano, las agencias estadounidenses están armando el mapa y el rompecabezas de corrupción en México, pero también están tejiendo toda una estructura

que les permita, además de conocer cómo funciona el engranaje, conseguir, a través de los testigos colaboradores, contactos y fuentes de información confiables en territorio mexicano que les permita operar.