¿Cómo crearon este enredo?

17 de Noviembre de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

¿Cómo crearon este enredo?

La oportunidad que representó el ataque y desaparición de 43 normalistas para varios grupos de interés fue inigualable y ha seguido su propia ruta de cómo usarlo hasta ahora.

El subsecretario Alejandro Encinas quedó en medio de esas agendas, evitarlo no era fácil, porque era aliado de algunos de estos grupos antes de que Morena llegara al poder.

Pero ya como funcionario no fue capaz de adentrarse a fondo en el expediente sobre el caso Iguala, tampoco de acompañar y supervisar estrechamente el trabajo del fiscal Omar Gómez Trejo y del Grupo Interdisciplinario de Expertas y Expertos Independientes (GIEI); y mucho menos guardar el equilibrio entre la transparencia y el debido proceso. Por ello no construyó el blindaje para que el caso no fuera usado para el beneficio de esas agendas de interés.

Cuando Encinas se dio cuenta de que estos grupos provenientes de las organizaciones civiles, estaban haciendo lo mismo que hicieron en el gobierno de Enrique Peña Nieto; es decir, presionar, forzar y quedar como su rehén de acuerdo a su agenda, el subsecretario se distanció, pero era demasiado tarde. El funcionario, a quien muchos de sus amigos identifican como poco activo laboralmente (más bien acostumbrado a los aletargados ritmos y horarios de los legisladores), dice conocer el expediente, lo mismo que su equipo, pero al menos desde la Fiscalía aseguran que no es así, de allí las contradicciones. Esto habría ayudado para impedir que estos grupos hicieran filtraciones, presionaran y acusaran a diferentes áreas del gobierno de falta de colaboración, en México y Estados Unidos. Pero cómo han operado estos grupos, que sí quieren justicia para los padres de Ayotzinapa, aunque también quieren seguir sus temas y beneficios, y con ello administrar el caso y el conflicto.

Al principio, después de la desaparición de los normalistas y cuando las organizaciones de derechos humanos nacionales y de otros países se habían incorporado, una de sus primeras acciones fue estar presentes en todas las diligencias, algo natural y para conocer el caso.

El problema ocurrió, pues si no estaban ellos (y tendría que verse sus agendas) no daban validez a las actuaciones, pero se agravó cuando aún estando presentes después hacían sus propias interpretaciones o también invalidaban lo realizado.

Solicitaban constantemente documentos. Eran tantas las copias del expediente que pedían, que los funcionarios dedicaban varias horas al día para procesar las peticiones, sacar fotocopias o digitalizar documentos. Parece sencillo, pero con poco personal no lo es.

También impusieron la norma de ser consultados antes de que la autoridad mexicana diera cualquier anuncio sobre el caso, si no se hacía de esa manera, cuestionaban y criticaban de inmediato.

El tema evolucionó a tal punto que la resolución que se emitió por el Tribunal Colegiado de Circuito de Reynosa, que ahora es la base con la que se ha liberado a más de un centenar de personas vinculadas al caso Ayotzinapa, en una parte fue redactada en la oficina judicial, pero otra la integraron el Centro Agustín Pro y algunos abogados identificados del Instituto de Investigaciones Jurídicas.

Este fallo prácticamente les permitió tomar el control del caso. Así lo señalan documentos de inteligencia.

Ya en este gobierno, para imponer totalmente su agenda, denostaron todo lo actuado, incluso lo que el GIEI antes había avalado. Esto incluyó la recomendación de la CNDH. Y algo más, cerrar la información, ya no dar a conocer el expediente.

Y entonces su objetivo primordial, antes que encontrar a los estudiantes, fue acusar a los funcionarios públicos, algo que podría ser correcto si no forzaran la ley; de esa manera acreditaban que el Estado estaba involucrado y así lo debilitaban más, y lo obligaban a aceptar recomendaciones y cambios.

Todo este tiempo, más de siete años, todos recibiendo recursos públicos y al GIEI pagándole los hoteles primero de cuatro estrellas (ahora de cinco), todos sus vuelos y comidas en los mejores restaurantes. Para el Ejército no hay duda: esa agenda es promovida por grupos con sede en Estados Unidos.