A estas alturas es difícil saber quién está al frente de la lucha contra la Covid-19 en México, en apariencia lo es el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, pero sólo debe ser en apariencia, y por eso estas líneas se dirigen al verdadero zar contra el SARS-CoV-2.
Quien realmente esté encargado del diseño y operación de las estrategias para frenar, contener y disminuir la presencia de este virus en el país, con el menor costo posible de vidas y daños colaterales (especialmente de personas con otros padecimientos), sabe de su rol como el personaje central en el esquema de Seguridad Nacional para el país ante esta crisis. Por lo que sabe que cada acción u omisión es medular y no le es extraño el escrutinio público, sabe que es indispensable. Además es el promotor y consigue una gran coordinación intergabinete, multiregional y con los tres niveles de gobierno, porque tiene la autoridad para lograr consensos, especialmente autoridad moral, y su nivel de comunicación hacia el exterior es de gran calado.
Sería imposible considerar que el zar contra Cvid-19 utilizara la ironía en sus discursos públicos como arma fácil de defensa, sólo para desviarse de lo central, o el cinismo como una forma mediocre de justificación ante los errores cometidos.
Absolutamente improbable sería que ese funcionario, sabiendo que desde mediados de diciembre México transita por uno de los peores rebrotes de la pandemia, en la que están muriendo, en promedio, por minuto 27 personas, y por ello carga con la enorme responsabilidad que la sociedad le ha conferido (y por la que le paga su salario), se hubiera ido de vacaciones, como tampoco lo han hecho más de medio millones de quienes están encargados en hospitales, el personal médico, de enfermería, sanidad, camilleros y técnicos.
Ese servidor público que tiene la responsabilidad histórica de coordinar los esfuerzos entre los gobiernos, las empresas nacionales e internacionales, y la sociedad, para que no falten especialistas, las camas, el oxígeno, ventiladores, medicamentos, y todos los insumos necesarios para sedar, sería el más informado y no le molestaría que se hicieran las denuncias públicas de las carencias, al contrario, sería una oportunidad para actuar.
Por tanto, sabría que en este momento hospitales Covid-19 no tienen todo eso, que hay días en que no pueden intubar a un paciente y muere, porque o no hay equipo disponible o no tienen anestesia. Sabría que esta semana, en tres días, en el Hospital 72 del IMSS murieron 100 personas porque llegaron graves o porque no había insumos para atenderlos.
Tendría en su escritorio a detalle cuáles son las necesidades de cada hospital, sabría lo que ocurre en cada lugar para poder actuar y los nombres de los funcionarios que hacen o no hacen sus tareas. Y no le echaría la culpa a los familiares de los pacientes que deambulan por la ciudad buscando un hospital, en lugar de “informarse” por teléfono dónde hay lugar, sabiendo que eso es falso.
Sí, el encargado de la lucha contra SARS-CoV-2 tendría a su alcance un nivel de información de inteligencia tan quirúrgica que le permitiría tomar decisiones a tiempo y tener desde el principio equipo de calidad, Conacyt hubiera cumplido con sus ventiladores y habría hecho decenas más; incluso se habría adelantado para que los tanques de oxígeno y su recarga no fuera hoy día una dolorosa y cara procesión para las familias.
Tampoco habría sido engañado sobre quiénes estaban recibiendo las vacunas al principio, personal administrativo y familiares de directivos de hospitales, por ejemplo. Ni harían esperar a médicos y enfermeras tres o cuatro horas formados esperando la vacuna, o ni siquiera llegar con ella, como ocurrió en el Instituto Nacional de Nutrición este miércoles.
Ese nivel de datos sería de tan alto nivel, que en este momento sabría si ya están las nuevas cepas de Covid-19 en el territorio, especialmente las más contagiosas, dónde y desde cuándo, porque eso cambiará la dinámica de la estrategia, ante el incremento del daño que causará.
En suma, sería un verdadero hombre de Estado y no habría estado en la playa de Los Muertos. Por todo esto es imposible que el zar sea López-Gatell.