En las reuniones mensuales que se celebran en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), uno de los temas que se abordan entre las autoridades y las aerolíneas son los retrasos en los vuelos.
Las empresas deben presentar argumentos creíbles sobre las causas de cada retraso, porque de lo contrario pueden perder horarios en el uso de los slots, como sanción prestablecida cada semestre. Generalmente ganaban, porque se justificaban con el mal tiempo, enfermedad de la tripulación o retrasos en otros aeropuertos, por ejemplo; pero no siempre eran ciertos.
Y es que es el gran negocio de las aerolíneas. Hace algunos años, por ejemplo, las autoridades aeroportuarias mexicanas descubrieron que Interjet estaba vendiendo en el mercado de futuros de la IATA vuelos que no tenía aprobados, pero creía que los conseguiría precisamente por manejar los slots como mejor le convenía, incluso si eso significaba no cumplir con los horarios.
Hace algunos años, ante lo difícil de las negociaciones con las aerolíneas, se decidió implementar un sistema en los tableros electrónicos del aeropuerto capitalino, que se alimentara con los horarios impuestos por la autoridad y las líneas aéreas se ajustaran a él. Pero sería tan preciso y en sincronía con varios elementos, que podría determinar si el retraso era responsabilidad atribuible a negligencia o aprovechamiento de la empresa o no.
Para ello se contrató a la empresa Ikusi, que no sólo tuvo esa tarea sino otras de seguridad digital en la terminal. Hasta la fecha no ha terminado de implementar ese mecanismo, en gran medida por las omisiones y acciones cometidas por el exsubdirector del AICM y antes subsecretario de Comunicaciones, Carlos Morán (quien hasta ahora no ha sido llamado a rendir cuentas), y otra parte es atribuible a la compañía española, a quien los marinos responsables del aeropuerto no han sentado a cuentas.
Este sistema era indispensable, porque cuando Morán fue director del aeropuerto, prácticamente se creo un sistema paralelo que alimentaba los tableros electrónicos donde se lee la llegada y salida de vuelos. Este mecanismo lo fueron articulando las aerolíneas y la autoridad lo permitía.
El vicealmirante Carlos Ignacio Velázquez Tiscareño, ahora director del AICM, descubrió toda la operación de las aerolíneas, no sólo este sistema paralelo para “ajustar” los horarios en tableros, sino las múltiples mentiras de las empresas para conservar sus slots. Al mismo tiempo, tiene la orden de ahorcarlas para presionar su traslado al Aeropuerto Felipe Ángeles. Entonces dio un manotazo.
Advirtió a las diferentes aerolíneas, nacionales e internacionales, que se debían respetar los horarios de las autoridades, y que eso se reflejaría en los tableros. Pero el vicealmirante no tiene toda la información disponible para poder ver caso por caso, si el mal tiempo realmente o retrasos en otros países provocan fallas en los tiempos en México, por lo que el riesgo de que le estalle el problema en la cara es muy alto. Quizá antes debió hablar con Ikusi para que cumpla su contrato, y así echar a andar un sistema, similar a los que existen en los mejores aeropuertos del mundo y es por el que se está pagando mes a mes.
Y otro elemento juega en contra del director, que nadie está dando información suficiente y las aerolíneas usan eso a su favor. Y por si fuera poco la Secretaría de Comunicaciones lo ha dejado solo en esto, y Profeco no ha sido enérgico. Y un dato más, el coordinador de los slots tampoco tiene mucha experiencia.
Si bien tiene que tomar el control la autoridad aeroportuaria, también debe cuidar las formas y la imagen, pues los slots son como el oro para cada aerolínea, de ello depende su supervivencia, así que la cloaca es muy grande y debe estar lista la autoridad para enfrentarla.