El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, carece del poder necesario para regresar a Cuba el espacio que ocupa en la Bahía de Guantánamo desde hace más de un siglo como base naval y prisión internacional para terroristas, aunque logre cerrar ésta última.
El mandatario estadounidense tiene la autoridad para hacer una declaración para ejecutar la devolución; sin embargo requiere de la aprobación del Senado y debe superar un impedimento marcado en la Ley Helms-Burton.
La Estación Naval en la Bahía de Guantánamo se estableció en 1898, tras la ocupación militar de la Isla por parte de Estados Unidos, y en 1903 ambos países firmaron el Convenio para las Estaciones Carboneras y Navales, con fines militares.
En la actualidad, dicho Convenio es desconocido por el gobierno de Cuba que señala que fue firmado bajo presiones y chantajes del gobierno estadunidense.
El Convenio de 1903 señala que “la República de Cuba arrienda por la presente a los Estados Unidos, por el tiempo que las necesitare y para el objeto de establecer en ellas estaciones carboneras o navales, las extensiones de tierra y agua situadas en la isla de Cuba” que corresponden a la Bahía de Guantánamo.
También se reconoce por parte de la República de Cuba y en plena conciencia -según el convenio-, que durante el periodo que Estados Unidos ocupe el territorio (una extensión de 117 kilómetros cuadrados de Guantánamo, con 49 kilómetros de tierra firme), éste ejercerá jurisdicción plena.
El diario Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, publicó el 28 de mayo de 2015 una entrevista con el abogado Thoma B. Wilner, defensor de prisioneros de Guantánamo, quien dijo que Obama tendría que pedir la anuencia del Congreso para regresar Guantánamo a los cubanos.
El acuerdo firmado en La Habana por los presidentes de ambos países fue aprobado por el Senado de Cuba el 16 de julio de 1903, ratificado por el mandatario cubano un mes más tarde y por su colega de Estados Unidos el 2 de octubre para ser publicado en la Gaceta de Cuba del mismo mes y año.
Cabe mencionar que la Ley Helms-Burton, en su Título II, sección 201, apartado 12 establece: “Estar listos para iniciar negociaciones con un gobierno electo democráticamente en Cuba a fin de devolver a ese país la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo o de renegociar el acuerdo actual en condiciones mutuamente aceptables”.
En la Ley Helms-Burton jamás se señala que deba pedirse aprobación al Senado estadunidense para que se pueda realizar la devolución de Guantánamo, pero el Congreso es el encargado de firmar los tratados internacionales del país.
Es importante señalar, según Wilner, que el gobierno de Obama podría cerrar la prisión sin devolver el territorio a Cuba, y usar Guantánamo sólo como base naval, para dar cumplimiento al tratado original, pese a que Cuba mantiene la soberanía.
Precisó que Obama “no requiere la aprobación del Congreso” para dar ese paso, pero es “muy poco probable” que mandatario alguno, demócrata o republicano, “terminaría un tratado como éste sin al menos tener la aprobación tácita del Congreso”.
Desde finales de 2001, la Base de Guantánamo fue utilizada por los Estados Unidos como prisión para terroristas tras su incursión en Afganistán, y luego de los atentados del 11 de septiembre contra íconos de la sociedad estadunidense como las Torres Gemelas.
El Congreso de Estados Unidos aprobó en ese entonces una resolución que otorgaba al presidente George W. Bush una autorización para emplear la fuerza contra “naciones, organizaciones e individuos” relacionados en cualquier modo con los atentados o con actos futuros de terrorismo internacional.
Por la cárcel de Guantánamo han pasado cerca de 800 presos de 42 países, principalmente Afganistán, Paquistán, España, Francia, Reino Unido, Rusia, Suecia, Turquía, Bélgica, Arabia Saudita, Australia, Bahréin, Bangladesh. También de Egipto, Irak, Irán, Jordania, Kuwait, Libia, Maldivas, Marruecos, Mauritania, Sudán, Tayikistán, Uganda y Yemen.
“Combatientes enemigos ilegales”, así los denomina Estados Unidos, la mayoría acusados de pertenecer a las milicias talibanes o a Al Qaeda.
En la actualidad, se encuentran recluidos un total de 91 prisioneros que estarían sujetos a diversas opciones. Entre los escollos para cerrar Guantánamo se encuentra la oposición de muchos legisladores a que sus presos sean juzgados por tribunales civiles en territorio estadunidense, con todas las garantías procesales que ello les concedería. También hay intensa oposición a transferir a los detenidos (un total de 56) a cárceles de máxima seguridad en Estados Unidos. Algunos de los argumentos esgrimidos para rechazar su traslado a suelo nacional es el temor a que, ya dentro del país, puedan escapar y convertirse en un problema de seguridad. Por otra parte, los mismos temores apuntan a que las prisiones podrían ser blanco de un ataque para facilitar la fuga de los detenidos. A ello hay que añadir que Obama necesitaría realizar una reforma de ley. Los 35 prisioneros restantes deberían ser enviados a prisiones del extranjero, acuerdos que todavía no han sido llevados a cabo. Los presos en Guantánamo están distribuidos en cuatro campos rodeados de alambradas de malla metálica. Tiene un total de 48 celdas. Se les permite realizar media hora de ejercicio diario en un campo de deportes que mide 7,6 por 9,1 metros. Reciben visitas de la Cruz Roja, organización que se encarga también de llevarles las cartas de sus familias. Oficiales estadunidenses inspeccionan el contenido de toda la correspondencia. Los prisioneros no pueden recibir visitas de sus familiares y las luces de los pasillos y las instalaciones están encendidas noche y día. Amnistía Internacional calcula que el 80 por ciento de los detenidos están recluidos en régimen de aislamiento en el Campo 5, el Campo 6 o el Campo llamado “Eco” 10. El Campo 6 se construyó para albergar a 178 detenidos y mantenerlos en condiciones más severas; ahí los detenidos están confinados durante un mínimo de 22 horas al día en celdas individuales de acero sin ventanas al exterior. Uno de los principales reclamos del gobierno de Cuba es que Estados Unidos no cumplió con el Convenio, que era para una Base Naval y Carbonera, y que convirtieron en una de las prisiones más temidas del mundo, donde la tortura y violación de los derechos humanos son el pan de cada día. Además, el presidente de Cuba, Raúl Castro, ha señalado que para continuar con los avances de las nuevas relaciones, es necesario que Estados Unidos regrese Guantánamo y que pague una indemnización por los daños ocasionados a la isla durante 54 años del bloqueo económico. Los diferendos prevalecen, encabezados por el embargo económico estadunidense a la isla, codificado en media docena de legislaciones, y que parece inamovible en un Congreso republicano pese a los llamados de Obama para su eliminación. En el tema de Guantánamo, el secretario de Estado, John Kerry, puntualizó en recientes declaraciones que éste no se encuentra en la mesa de negociaciones, a pesar de que Obama presentó un plan para cerrar la prisión militar. Otro desencuentro atañe a los reclamos de Estados Unidos para que Cuba indemnice a propietarios de negocios e inmuebles confiscados después de la revolución cubana, así como los reclamos de los cubanos en el tema de compensaciones. Ambos asuntos serán abordados por Obama en Cuba en su histórica visita del 21 y 22 de este mes..