La noticia comenzó a circular el pasado 28 de enero, cuando un dron mató a tres soldados estadounidenses e hirió a otros 34 en una base militar en el noreste de Jordania.
La Resistencia Islámica en Iraq (IRI, por sus siglas en inglés) reivindicó el ataque, lo que provocó una respuesta de Estados Unidos con represalias en Iraq y Siria.
De esta forma se sumaron los integrantes de esta organización en el conflicto entre Israel y sus vecinos, el cual escaló desde el pasado 7 de octubre.
Creada en julio de 2003, la IRI concentra varias facciones paramilitares islamistas que responden a Irán, y sus principales enemigos son Estados Unidos e Israel.
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Pero fue hasta el 17 de octubre del 2023 que se colocó en el mapa geopolítico mundial, tras el ataque contra la base aérea estadounidense Harir en el Kurdistán iraquí, el cual reclamaron como de su autoría.
Se estima que al menos 70 mil personas pertenecen a la IRI, y su influencia es alta: Irán Siria, Rusia y Corea del Norte se cuentan entre sus aliados, así como las organizaciones Hezbolá y la Jihad Islámica Palestina, entre otras.
Para Estados Unidos, la amenaza no resulta nueva: ha registrado al menos 165 ataques contra sus bases militares en la región, por lo cual los clasifica como “organización terrorista”.
Ahora, la tensión ha vuelto a escalar, ya que además de este último ataque que ocasionó la respuesta a objetivos precisos como centros de mando y de inteligencia, el IRI se ha colocado también del lado de los hutíes, que mantienen un bloqueo en el mar Rojo.
Así fue como se volvió a elevar el tono en las tensiones de Medio Oriente, en las cuales, la presencia y acciones de Estados Unidos generan más tensión e incomodidad, aumentando así la posibilidad de que el conflicto se expanda.
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