VPH, aprender a vivir sin culpa
Daniela nunca imaginó que podría contagiarse de VPH. Aunque el riesgo es mayor para las mujeres, la atención temprana puede evitar consecuencias mayores
Cuando Daniela descubrió que tenía el virus del papiloma humano (VPH) lo primero que pensó fue en la muerte. “Me acuerdo de que dije ‘me voy a morir’ y luego me derrumbé en la habitación. Había tenido molestias en el área genital y pensé que era por usar las mallas térmicas, pero al revisarme encontré algo que no esperaba… verrugas (condilomas). Ahí todo se detuvo a mi alrededor”, relata.
Era octubre de 2016 y Daniela se hallaba trabajando en el extranjero por un tema laboral. Conocía poco del VPH, pero estaba segura de que la infección, “en algunos casos, podía ser mortal para las mujeres”. El matiz quedó de lado en su cabeza y por unas semanas, solo pudo pensar en que su familia tenía antecedentes de cáncer.
Como estaba en un país desconocido, su novio le ayudó a buscar una clínica donde practicarse los estudios y mientras esperaba el día de su cita se la pasó llorando y padeció insomnio.
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El virus del papiloma humano (VPH) es la enfermedad de transmisión sexual más frecuente en todo el mundo: ocho de cada 10 personas que tienen una vida sexualmente activa se contagiará en algún momento del virus. Sin embargo, esta infección sí distingue entre sexos.
El 99% de los hombres que enferme no manifestará ningún síntoma, pero una de cada 100 mujeres contagiadas padecerá una lesión cancerosa. Con eso en mente, Daniela llegó a la clínica y aunque esperaba un trato respetuoso y profesional, tuvo la peor experiencia de su vida.
“Según, todo era muy bonito, atendían puras mujeres y se la pasaban diciéndome que no me preocupara, pero me lastimaron. Bajo el argumento de que debía cerciorarse que no hubiera pus, una doctora me tocó con saña. Le dije que me dolía e insistió en apachurrarme. Nunca paró, y tuve que gritarle ‘basta’”, explica la joven.
Daniela salió llorando de la consulta y nunca regresó por sus resultados. Tuvo que someterse a un segundo papanicolau para conocer su diagnóstico y lamentó que en su primer contacto médico no hubiera encontrado empatía.
Hablar de esta afección o atender este padecimiento sigue siendo un tema tabú en México, pero Daniela comprobó que no sólo es un problema de Latinoamérica.
El VPH se adquiere casi en la totalidad de los casos por contacto sexual, ya sea vaginal, anal u oral, y de acuerdo con la ginecóloga-obstetra Lincy Cruz Sánchez, una de las razones para no hablar del tema en voz alta es precisamente su forma de contagio.
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La doctora, que es experta en esta enfermedad, reconoce que las mujeres llegan a su consultorio angustiadas, temerosas y llenas de dudas, y destaca que muchas de ellas sienten la necesidad de justificar el número de parejas sexuales que han tenido, cuando no necesariamente es el factor preponderante para enfermar.
Para la doctora, es muy común que las pacientes accedan a información imprecisa “que refuerza los prejuicios, fomenta el pánico al momento de un diagnóstico y que impide la prevención”.
Daniela confirmó que tenía VPH en el extranjero, pero a su regreso a México finalmente conoció su serotipo. Los resultados le dieron esperanza, ya que la cepa de la que se contagió no era cancerosa y gracias a la terapia, la meditación y el yoga aprendió a vivir con este virus y a derribar estigmas.
“Me di cuenta de que había muchas mujeres a mí alrededor con VPH, que vivimos esto en silencio y que no nos atrevemos a nombrarlo por evitar juicios y señalamientos. Cuando supe mi diagnóstico de virus del papiloma humano me sentí como un perrito asustado, pero ya no. Ya no tengo culpa ni me siento como una víctima”, expresa.