Volver a estudiar, resiliencia tras la violencia en pareja

23 de Septiembre de 2024

Volver a estudiar, resiliencia tras la violencia en pareja

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Gisela, Laura y Juana superaron violencia de pareja; pese a los desafíos, retomaron sus estudios, al destacar la necesidad de apoyo. Estas son sus historias

A Gisela Sandoval, su pareja le escogía la ropa que podía usar. A Laura Morán le prohibía saludar a otras personas. A Juana Flora Pérez le impedía ganar su propio dinero. Todas soñaban, en secreto, con retomar sus estudios y deseaban un mejor futuro para sus hijos, pero tuvieron que posponer sus proyectos de vida debido a la violencia.

Ellas son parte de 40% de las mujeres de 15 años y más en México que han vivido una relación de pareja violenta, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Además, una vez separadas, también formaron parte del 31% que asistió a la escuela y pensó en retomar sus estudios. La edad nunca fue un impedimento para sus metas, y ahora se sienten felices de seguir preparándose.

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Con 63 años de edad, Gisela fue admitida en Derecho de la UNAM. Foto: Melissa Galván/La-Lista / Foto: Especial

“Sueño con litigar en tribunales’

Hace siete años, Gisela Sandoval vivía con una pareja celosa que controlaba todos los aspectos de su vida. Hoy, esos aparatos de control se han convertido en herramientas de estudio.

A sus 63 años, Gisela es estudiante de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La violencia y la incertidumbre no pudieron con su sueño de cursar una carrera universitaria.

“Él era muy posesivo, y cuando me despidieron en 2012, después de 28 años de trabajo, todo empeoró. Tomó control de mi casa, mi economía y mi vida”, recuerda Gisela. Tras separarse y motivada por sus jefes y familia, hizo dos veces el examen de ingreso a la UNAM y lo logró.

Aunque considera que es “demasiado mayor” para abrir su propio despacho, confía en que podrá ejercer desde su trabajo actual y defender a mujeres violentadas. “Aún tengo ganas de hacer muchas cosas, pero sueño con litigar en tribunales”, afirma.

“Mis hijos, orgullosos de su mamá”

Laura Laura Morán se mudó con el padre de sus hijos siendo adolescente y, al quedar embarazada, se vio sometida a un control absoluto. No podía saludar a nadie ni asistir a reuniones familiares.

“Al no poder usar ropa adecuada, me vestía sólo con pants, y a mis veintitantos ya tenía obesidad”, recuerda Laura.

La violencia se intensificó cuando empezó a buscar independencia. “Siempre me decía que era ridículo que quisiera seguir estudiando. Para él, ser una mujer casada significaba no tener derechos”, lamenta.

A los 30 años, decidió separarse y a los 50 concluyó la licenciatura en trabajo social. Su principal motivación siempre fue brindar un mejor futuro a sus hijos.

“Fueron años difíciles, pero hoy mis hijos y yo tenemos una carrera. Ellos están muy orgullosos de mí, y esa es mi mayor satisfacción”, expresa.

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Cuando tenía 50 años de edad, Laura Morán se tituló como licenciada en Trabajo Social. / Foto: Cortesía

‘Me decían que la escuela no era para mujeres’

Para Juana Flora Pérez, era impensable cursar una carrera universitaria. Nunca imaginó que llegaría a hacerlo a los 61 años de edad. En enero de 2020, se tituló como licenciada en trabajo social y dos años después culminó su maestría en Tanatología.

Este último grado de estudios lo recuerda con mucho sentimiento, pues con ello impulsó a su hijo menor a estudiar una maestría.

Hoy, Juana Flora está tranquila y feliz con el rumbo que su vida tomó, luego de haberse separado de su esposo por la violencia que ejercía hacia ella y sus hijos.

“Los insultaba y les aventaba las mochilas, los platos y todo lo que pudiera. Como es arquitecto y se dedicaba a la construcción se sentía superior, y ante el resto de mi familia era considerado un pan de Dios, porque yo nunca dije nada de lo que ocurría puertas adentro. La violencia siempre existió, pero como mujeres nos obligaron a aguantar”, lamenta.

Juana Flora nació y creció en una familia conservadora en el estado de Hidalgo, que consideraba como algo inútil que las mujeres estudiaran, en vista de que terminarían casadas y atendiendo a su marido. “Yo siempre quise estudiar, sin embargo, mi madre –que en paz descanse– decía que la escuela para las mujeres no servía de nada”.

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A los 61 años, Juana Flora concluyó la carrera en Trabajo Social; a los 63 terminó su maestría en Tanatología. / Foto: Cortesía