USAID, en peligro de extinción
La agencia, crucial para países como México, enfrenta un panorama incierto, ya que los recortes presupuestarios y las críticas políticas podrían frenar su labor internacional
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Desde su creación en 1961, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) ha operado como el brazo principal de asistencia exterior del gobierno estadounidense. Fundada bajo el mandato del presidente John F. Kennedy, la agencia ha trabajado en diversas regiones del mundo con el objetivo de promover el desarrollo económico, la estabilidad democrática y la asistencia humanitaria. Su labor ha sido crucial en contextos de crisis, desastres naturales y conflictos armados, consolidando la influencia de Washington en los países receptores.
El presupuesto que maneja USAID varía anualmente, dependiendo de las prioridades geopolíticas y las necesidades emergentes. Según los datos reportados por Foreignassistance.gov, durante el último periodo fiscal la agencia destinó miles de millones de dólares en ayuda externa, priorizando regiones estratégicas. A continuación, se detallan los países que recibieron mayores montos de asistencia.
Los más beneficiados
A En el último ciclo de financiamiento, Afganistán se posicionó como el principal receptor de fondos, con un total que superó mil millones de dólares. A pesar de la retirada de las tropas estadounidenses en 2021 y el retorno del régimen talibán, USAID continuó canalizando recursos para ayuda humanitaria y programas de estabilidad social.
Ucrania también recibió una porción significativa del presupuesto, con más de 800 millones de dólares destinados a fortalecer sus instituciones gubernamentales y responder a las secuelas de la guerra iniciada en 2022. La asistencia se concentró en apoyo logístico, restauración de infraestructura crítica y provisión de insumos básicos para la población afectada. Etiopía, afectada por conflictos internos y crisis alimentarias, obtuvo alrededor de 600 millones de dólares, focalizados en ayuda humanitaria y seguridad alimentaria. Esta cifra refleja el interés de Washington en contener la inestabilidad en el Cuerno de África, una región clave en términos de seguridad global.
Otro país con alta recepción de asistencia fue Sudán del Sur, con aproximadamente 500 millones de dólares. La ayuda estuvo orientada a la construcción de paz, la asistencia alimentaria y el fortalecimiento de servicios básicos en una nación marcada por conflictos armados desde su independencia en 2011.
Pakistán, un aliado estratégico en Asia, obtuvo alrededor de 400 millones de dólares. Gran parte de estos fondos se canalizaron hacia programas de salud, educación y desarrollo económico, en un contexto donde la inestabilidad política ha sido una constante.
El caso de México
En el caso de México, la asistencia de USAID ascendió a aproximadamente 160 millones de dólares. Si bien la cifra es menor en comparación con los países mencionados anteriormente, es significativa en términos de cooperación bilateral.
Los programas financiados en territorio mexicano han estado enfocados en seguridad, derechos humanos y fortalecimiento institucional. Parte de estos recursos han sido destinados a la capacitación de cuerpos policiales, el fortalecimiento del Estado de derecho y el combate al narcotráfico, en un contexto donde la violencia sigue siendo un desafío para la estabilidad del país.
Además, USAID ha invertido en iniciativas de desarrollo económico, apoyo a comunidades vulnerables y proyectos de migración, considerando que México es un punto clave en la movilidad de personas hacia Estados Unidos.
Si bien la asistencia de USAID representa una herramienta de apoyo, también ha generado controversias sobre la injerencia de Washington en asuntos internos. Autoridades mexicanas han expresado en diversas ocasiones su preocupación sobre el papel de la agencia en temas sensibles, lo que ha avivado el debate sobre los alcances de la cooperación internacional.
A pesar de ello, la presencia de USAID en México sigue siendo un componente relevante en la relación bilateral y en la estrategia de seguridad regional impulsada por Estados Unidos.